Diario de León

«El glamur es mentira. Existe el trabajo diario»

Antonio Rubial es el representante de un buen número de las mejores actrices y actores españoles

El leonés Antonio Rubial, junto a Najwa Nimri durante la celebración del Festival de Venecia. DL

El leonés Antonio Rubial, junto a Najwa Nimri durante la celebración del Festival de Venecia. DL

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Detrás de la carrera fulgurante de muchas de las estrellas de la interpretación, cine, televisión y teatro, está un leonés: Antonio Rubial (León, 1973). Brilla desde lo más alto gestionando la carrera integral de nombres como Aitana Sánchez-Gijón, Clara Lago, Najwa Nimri, Inma Cuesta, Quim Gutiérrez, Roberto Enríquez, Anna Castillo, Lola Dueñas... Pero también directores como Rodrigo Sorogoyen o Paco Plaza. Y añade incluso nombres como Pablo Alborán o Sara Sálamo. Pero Rubial empezó desde abajo hasta convertirse ahora en uno de los representantes más importantes de España, con una oficina ubicada en la Glorieta de Bilbao de Madrid desde la que dirige a su equipo y en donde se construyen carreras artísticas con el material sensible que son los intérpretes, en donde lo humano y el talento son indisociables. Él asegura que «la clave está en saber entender lo difícil que es el trabajo de un actor», afirma en una referencia total a un mundo en el que hay que estar continuamente en estado de reinvención y renovación.

Si resulta apasionante su actividad no lo es menos su trayectoria. La de un chaval de León que ya desde la adolescencia tenía el gusanillo de formar parte del mundo audiovisual. «Empecé ADE en León. Pero ya lo compaginaba con saltos a Madrid para participar y ver cosas, como ser público en programas, figurante», recuerda Antonio Rubial acerca de aquellos tiempos en los que tenía claro que lo de estudiar Económicas era un error pasajero porque ni sus inquietudes discurrían por ese camino ni su vocación aún por perfilar se iba a encontrar en ese mundo universitario de León. De hecho, Rubial explica que «lo que yo creía que me podía interesar era el mundo de la publicidad, pero en León no se podía estudiar y en mi casa, con seis hermanos, no había dinero como para que yo me pudiera ir lejos de casa», dice.

Inicios
«Pagaban 5.000 pesetas, un bocadillo, una naranja y una Coca-cola. Ese fue el comienzo», rememora

Lo que no negociaba entonces este originario de Los Barrios de Luna («mi madre, de Mallo de Luna y mi padre, de Irede de Luna», matiza), era el empeño y la ilusión que le llevó a algo así como elaborar su propio plan: ya que no podía entrar por la puerta principal lo haría por la puerta de atrás.

Así, ese atractivo hombre de la foto con Clara Lago el día de los Goya, hace 30 años acudía de público a programas de televisión: «Pagaban 5.000 pesetas, un bocadillo, una naranja y una Coca-cola. Ese fue el comienzo», rememora.

Después llegó su comienzo en la publicidad: «Después de meter la nariz en ese mundillo, seguí en lo que fuera. Figurante, agente de publicidad... Descubrí el mundo de los actores y también que tenía cierto don para tratarlos, realmente para entenderlos», asegura este leonés que nunca pensó en la interpretación aunque ahora que su situación profesional está más que consolidada sí vislumbra un futuro relacionado con la producción de películas y poner así en pie algún guion que le guste.

Hay un antes y un después cuando Antonio Rubial conoce a Katrina Bayones, una grande como representante de actores, directora de casting y productora de películas. Que en el caso de Rubial más que hablar de golpes de suerte habría que referirse a impulsos acertados. Fue en 1999. «Le llamé y le dije que quería trabajar con ella. Le hizo gracia y me fichó. Estuve 13 años. Entré de becario y salí de socio. Respetuosamente le planteé que quería trabajar solo. Eso ya fue en 2012. Y así formé A6 Cinema», resume lo que ha sido su apasionante aventura en el mundo del espectáculo de calidad.

Hay en esa A6 Cinema toda una declaración de principios y en este caso de destinos. «Llamé así la empresa porque soy de León y ese recorrido que he hecho tantas veces, aunque viva en Madrid desde hace tanto, es en realidad de ida y vuelta», reflexiona acerca de esos vínculos que aún mantiene cuando viene a León y va a la zona de Luna y, sin glamur que valga, encuentra su otro lugar en el mundo. Eso sí, matiza y elimina florituras: «El glamur es mentira. Existe el trabajo diario», sentencia. Su trayectoria es difícil de resumir. Porque hay hitos, recientes, como el éxito de As Bestas , de su representado Rodrigo Sorogoyen, o las carreras individuales. Pero la continuidad puede que sea su gran hallazgo. «Los hay que llevan conmigo desde que empezaron», dice. Es su vida de cine. De público vio a su adorada Aitana Sánchez-Gijón y ahora la representa. Y todo sin perder ni un ápice de cariño a su trabajo, ese de comprender a los actores.

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