Diario de León

Mil excusas para exterminar el Patrimonio

Un siglo de aniquilaciones. El progreso, pantanos, autovías, especulación o ignorancia están detrás de la eliminación de decenas de monumentos leoneses.

Detalle del camino que ha destrozado la calzada romana en Castrocalbón. CORTESÍA DE ISAAC MORENO

Detalle del camino que ha destrozado la calzada romana en Castrocalbón. CORTESÍA DE ISAAC MORENO

León

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El progreso ha sido la coartada. Y el Patrimonio, la víctima. León ha perdido en las últimas décadas decenas de monumentos por culpa de la especulación inmobiliaria o por ‘imperativos’ del desarrollo. La construcción de pantanos, autovías o simples avenidas han provocado estragos en los bienes históricos. El ejemplo más reciente es la construcción de un camino a ninguna parte, que ha arruinado sin solución 1.200 metros de calzada romana en Castrocalbón. Una obra sin permiso de Patrimonio, que ya ha abierto un expediente sancionador a los ayuntamientos de Castrocalbón y San Esteban de Nogales, promotores de un vial aplanado con maquinaria pesada, que ha destrozado la Vía del Obispo, que une desde hace 2.000 años Asturica Augusta (Astorga) con la portuguesa Bracara (Braga).

Un Patrimonio ‘molesto’, porque pone trabas al progreso o no coincidía con el gusto de la época, ha sido sacrificado. Edificios singulares, arquitectura popular y etnográfica e, incluso, monumentos históricos, han sido aniquilados, sin piedad, para dejar paso a los avances de una sociedad que no ha medido las consecuencias de eliminar las construcciones del pasado. De muchos inmuebles históricos no quedan ni los cimientos. Apenas se sabe de su existencia por algunos documentos. De otros, al menos, se han salvado las fotografías en blanco y negro, para vergüenza de quienes autorizaron su demolición.

De esta ‘purga’ no se han libran ni algunos que gozaban del título de monumento nacional. Las murallas de León son la prueba. Los cubos de la calle Carreras se derribaron para dar paso al tráfico incipiente a principios del siglo XX. El investigador Francisco Fernández Pardo, que dedicó 25 años a rastrear el patrimonio ausente y perdido, cuyo resultado han sido los cinco tomos titulados Dispersión y destrucción del patrimonio artístico español, culpa de los estragos a las tropas napoleónicas, que expoliaron y quemaron monumentos —en León, San Isidoro es un ejemplo—; la desamortización, que provocó la venta y destrucción de monasterios, conventos e iglesias; y, especialmente dañina para los bienes culturales de España, fue, sin duda, la dictadura franquista.

Fernández Pardo ha llegado a afirmar que «hay países que no se merecen el patrimonio que tienen», frase que, igualmente podría aplicarse a provincias como León. La tolerancia de las administraciones y la desidia de los particulares han propiciado la destrucción de un legado excepcional, ya que esta provincia tuvo en algún momento de su historia uno de los más ricos patrimonios de España.

La muralla tardorromana de León ha sido uno de los monumentos menos valorados en las últimas décadas. En febrero de 1906 la prensa local se hacía eco de una gran noticia: «Al fin», titulaba, León tenía permiso para derribar la «inútil muralla». Algunas fotos de la época permiten contemplar a brigadas de operarios tirando a golpe de maza la fortificación erigida por los romanos, que ahora el Ayuntamiento está tratando de recuperar en una rehabilitación que ha suscitado también numerosas críticas.

Entonces, como ahora, los cubos se han convertido en un asunto molesto. En aquel momento eran un obstáculo para la moderna vía que uniría las salidas hacia Asturias y Santander, paradójicamente llamada la «carretera de los cubos». No ha sido el último estrago. Sólo la «presión popular» impidió hace dos años edificar en la muralla en Ruiz de Salazar, en el tramo que ahora es paseable. La construcción del parking subterráneo de la Plaza Mayor también provocó en el 2001 la destrucción de tres metros de la muralla en la calle Caño Badillo. La demolición de este lienzo contó con el consentimiento de la Comisión Territorial de Patrimonio. Ni siquiera se pidieron otras opciones.

Decisiones inexplicables

Y es que Patrimonio, que no ha tardado en condenar la destrucción de la calzada de Castrocalbón, permitió construir sobre los restos de los Principia, porque los consideró, inicialmente, de escaso valor. El caso desembocó en un largo pleito entre los propietarios y el Ayuntamiento, que ganó todos los recursos. Sin embargo, los vestigios de los Principia siguen ‘abandonados’. Da la sensación de que encontrar restos es una molestia.

Muchos monasterios quedaron en ruinas tras la desarmotización y sus piedras fueron saqueadas. Con suerte, palacios y monacatos tuvieron una ‘segunda vida’ recolocados en otros monumentos de nueva construcción. En León la portada de San Pedro de Eslonza se ‘adosó’ en la iglesia de Renueva, mientras que el palacio de Renedo de Valdetuéjar es ahora el ‘pórtico’ del hospital de La Regla.

Las modas fueron azote de decenas de edificios, como el Instituto de Ramón y Cajal y numerosos chalés y palacetes de la capital. Cuestión aparte es el patrimonio que pereció bajo las aguas de pantanos como el de Luna, Riaño o el de Vegamián.

La calzada romana de Castrocalbón es la prueba de que la destrucción del Patrimonio no es cosa del pasado.

 

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