Diario de León

Cuando León tuvo su propia ‘Residencia de Estudiantes’

El Hotel Norte. Ubicado en la conocida como casa de Don Valentín, la Residencia de Estudiantes se instaló aquí en la Segunda República. Solo duró dos años. A los estudiantes les cobraban 160 pesetas al trimestre.

Casa de Don Valentín donde estuvo durante dos años la Residencia de Estudiantes. MARCIANO PÉREZ

Casa de Don Valentín donde estuvo durante dos años la Residencia de Estudiantes. MARCIANO PÉREZ

Publicado por
Pedro Víctor Fernández
León

Creado:

Actualizado:

En una entrevista reciente a una profesora jubilada, erudita, moderna y empática, declaraba algo inquietante. «Lo que más me duele —decía— es que dejo la educación peor que la encontré». Ciertas etapas de nuestra historia han descrito la ruta de los cangrejos en algunos campos de las conquistas sociales, otras, en cambio, han servido de referente para mejorar el compromiso social. Por muchos motivos la II República supuso un impulso de modernidad y progreso sin precedentes. No desmerecen sus avances el hecho de haber acabado en una guerra civil, calamidad execrable que dejaba escrita para la historia una serie de causas encubadas y no resueltas muchos años atrás: la involución de los partidos dinásticos, un rey político, la guerra de Marruecos, la tensión de los nacionalismos, la radicalización del movimiento obrero... Frente a las lacras del sistema, la educación fue un campo de experimentos y cambios. En León se vivieron algunos; todos cortos y de imposible proyección en el tiempo. Claro que si de algo saben los leoneses/as es de frustración prolongada y sueños rotos.

El llamamiento de las autoridades escolares para realizar salidas y excursiones con alumnos experimentó un auge aquellos años, especialmente en el llamado bienio progresista (1931-1933), con Fernando de los Ríos de ministro. Había que dar a conocer el entorno geográfico y cultural, campo en el que empezaron a realizarse excursiones históricas, donde se mezclaban elementos artísticos, literarios y geográficos que subían el listón de conocimientos del alumnado.

Se daba con ello un tirón a la metodología activa y participativa —tan de moda hoy— que buscaba ampliar conocimientos fuera del aula, en recorridos de media distancia. Al abordar áreas geográficas concretas, se transmitían valores nuevos y una visión real, más amplia y heterogénea. Aquellas actividades se fundamentaban en los principios de la nueva escuela, cuyo alcance social buscaba superar el marco de las clases altas y media y llegar a las populares y trabajadoras. 

Viajes didácticos

En un librito de 15 páginas, editado con esmero por la imprenta Moderna en 1931, se recogía el trayecto y su itinerario cultural de la excursión regional que para aquel curso académico llevó a cabo el Instituto de León. Era su director Mariano D. Berrueta, que valoraba la actividad como la mejor manera de perfeccionar la enseñanza: «Una modesta prueba de la emoción profesional que el claustro de profesores siente por la mejor cultura de sus alumnos».

Folleto escolar de excursiones. DL

Folleto escolar de excursiones. DL

Salieron el 6 de noviembre de 1931 a  las 8.30 de la puerta del centro, en autobús. Almuerzo en Sahagún; cena y pernoctación en Palencia. Al día siguiente, salida de Palencia a las 15.00, deteniéndose en el regreso en Paredes de Nava, para llegar de noche a León. La ruta quedaba bien explicada en el folleto: Puente Castro, Villarente, Mansilla, Sahagún, Cea, Grajal de Campos, Villada, Paredes de Nava y Palencia. Es decir, ««un camino de la cultura y de la historia, en los llamados Campos Góticos de la región Castellano-Leonesa, que en la literatura es todo él poema, y en la historia una gran parte de nuestra Edad Media»». A buen seguro que la mayoría de los alumnos no conocían aquellos lugares, sujetos a un tiempo en el que viajar suponía un lujo inalcanzable.

La guía impresa describía cada parada del camino de una manera magistral. No olvidaba que en Villasabariego estaba enterrada una ciudad o campamento romano, la antigua Lancia, según consta en el Itinerario de Antonino, lugar colmado de historia, con instrumentos prehistóricos, monedas, herramientas, útiles, etc. Recogidos con esmero por Elías Gago, miembro de la Comisión de Monumentos de León, se estudiaron con detenimiento: fue llamada por Dión Casio Máxima Asturum urbs, y Floro la denominó Validissima civitas. Vetas de historia y cuñas de arqueología.

Y así discurría el rosario de lugares leoneses y palentinos, con abundante información. En Mansilla avistaron el lugar que había ocupado su castillo, en el que estuvo preso Pedro de Lara. Allí nació y vivió —recordaron— la Pícara Justina. En Sahagún reconocieron las   ruinas del monasterio más ilustre de la Edad Media, fundado en el s. IX y habitado por cluniacenses ««sabios importadores de la cultura europea»» y lugar de descanso de reyes leoneses. La Crónica anónima de Sahagún, transcrita por el padre Escalona, mencionaba que en la villa se daban cita burgueses de muy diversos oficios y de lejanos reinos: gascones, bretones, ingleses, alemanes, borgoñones, lombardos… Pedro I de Castilla fue el gran protector de Sahagún, pues allí había nacido la mujer que más amó, María de Padilla. A buen seguro que las cuitas amorosas del rey provocaron gestos risueños –o pícaros- en los alumnos, que no solo estaban encantados de salir de excursión, sino que recibían lecciones de arte e historia sobre el terreno. Era el caso de S. Tirso y S. Lorenzo, joyas mudéjares, además de un recorrido que incluía el palacio y el castillo de Grajal y la planicie geográfica de Tierra de Campos, lugar –se dice- donde arraigó el feudalismo: No es en Castilla señor el que en Campos no tiene terrón. En el recorrido tampoco se olvidaron de anotar que Villada constituía la patria chica del pintor José Casado de Alisal —el de La rendición de Bailén— y el señorío de Fadrique Enríquez, que llevó al cadalso a Álvaro de Luna. En Paredes de Nava recordaron la obra de Alonso de Berruguete y Jorge Manrique.

Horario de la primera excursión educativa. DL

Horario de la primera excursión educativa. DL

Tenemos constancia de más salidas en la etapa republicana. El catedrático Vicente Serrano llevó en mayo de 1932 a los alumnos de Historia a visitar Oviedo y siguieron hasta Covadonga, también en autobús, a cargo de Transportes Beltrán, según indica una foto que se conserva del evento. También hubo excursión a Zamora, aunque no fueron las únicas novedades de aquellos años. 

 Otro hecho peculiar habla por sí solo del período de la II República, en un enfoque muy social de la educación. Perteneciente al Instituto de León, se puso en marcha la Residencia Oficial de Estudiantes, en 1932, un intento de dar cobijo digno a los estudiantes que no vivían en la ciudad pero que estudiaban en su instituto. No tenemos constancia de algunos datos, incluso del eco social que pudo tener aquella residencia, pero su reglamento constituye una muestra de la renovación educativa del período; de hecho, aunque se venía hablando del proyecto desde mediados del siglo XIX, nunca se había dado un paso tan definitivo. Dicho reglamento constaba de un preámbulo y 18 artículos, donde se mencionaba que el ministro de los Ríos había impulsado e implantado esta residencia para el curso 1932-1933. Contaba con cuartos de baño y duchas, teléfono, enfermería y salones de estudio y recreo. El articulado daba cumplimiento a normas de convivencia y corrección.

Precios de estudiante

En dicha residencia viviría un profesor de la plantilla y dispondría de un médico para hacer reconocimientos a los alumnos internos y evitar contagios. Su precio: 175 pesetas por trimestre para habitación individual y 150-160 pesetas para habitaciones con dos y tres camas respectivamente. También se contemplaba una cuota por asistencia médica y lavado y arreglo de ropa. Los pagos debían de hacerse por adelantado y efectuar un depósito de 40 pesetas en concepto de gastos de instalación, deterioro de muebles, ropas u objetos. Además se contemplaba un número de pensiones gratuitas (becas de residencia) a los alumnos con «evidente pobreza y destacado merecimiento intelectual, cuya familia residiera fuera de León». Para su buen funcionamiento, se constituiría un patronato dispuesto decidir sobre sanciones, cuotas, castigos y expulsiones. El régimen alimenticio era obligatorio para todos y constaba de las siguientes comidas:

-Desayuno: café con leche, pan con mantequilla o chocolate y bollo.

-Almuerzo: 3 platos: sopa, legumbres o paella, pescado o carne y postres variados.

-Merienda: vaso de leche con bollo o fruta.

-Cena: 3 platos: sopa, pescado y carne y postres variados.

Como nota final, no se permitía beber vino ni alimentos extraordinarios, excepto los recomendados por el médico. La residencia se instaló en la avenida Palencia, ocupando dos plantas del Hotel Norte, muy cerca de la estación de ferrocarril. Lo cierto es que tuvo poca vida, solo dos cursos, hasta 1934. La tensión política y social que reinó a partir de octubre de 1934 y la posterior Guerra Civil malograron estos planes de renovación en León. La tragedia fratricida del 36 replegó sobre sí mismo el espíritu expansivo de la juventud, quedando sometida a parámetros del nacionalcatolicismo y a clases ideológicas impartidas en la asignatura FEN, Formación del Espíritu Nacional, un rígido trasunto del espíritu patriota con tintes falangistas. Dramáticos virajes de la historia que los escolares de hoy no deberían desconocer. Rescatar la historia para los jóvenes ha de suponer un alivio para aquella profesora jubilada que, después de una vida dedicada a la docencia, no pudo evitar un crudo sabor amargo.

tracking