Diario de León
Guerra Garrido en la presentación de un libro. RAQUEL P. VIECO

Guerra Garrido en la presentación de un libro. RAQUEL P. VIECO

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El escritor leonés Raúl Guerra Garrido, fallecido en diciembre, será homenajeado en la Feria del Libro de Madrid. Madrileño de nacimiento y de corazón, berciano por familia y por infancia, y donostiarra por amor y por toda una vida de convivencia en la ciudad, estos tres lugares han marcado la obra y la vida de este escritor, que ha ejercido la literatura desde el valor de quien considera que «la dignidad es seguir siendo uno mismo cuando ser uno mismo es lo que más puede perjudicarte».

Leer su obra es la mejor manera de recordarlo y por eso se publica ahora una nueva edición de La carta (Alianza Editorial), sin lugar a dudas una de las más significativas de su producción y donde los estragos que la sinrazón y el chantaje terrorista asoman de una manera más abierta y descarnada.

La carta , publicada originalmente en 1990, es quizá la novela fundamental de Guerra Garrido, la que mejor concentra su extraordinaria capacidad como narrador en el relato de angustia, persecución y decisiones imposibles que desencadena la carta que recibe Luis Casas, propietario de una conocida tienda de moda en el centro de San Sebastián, solicitándole el pago de cincuenta millones de pesetas «en concepto de colaboración a la lucha del pueblo trabajador». El libro será presentado el sábado en la Feria del Libro de Madrid, con la presencia de Fernando Aramburu. Será a las 11.15 horas en el pabellón CaixaBank.

«Con Raúl Guerra Garrido se inaugura una línea narrativa que otorga protagonismo a las víctimas en el relato del terrorismo, camino por el que después hemos transitado otros», ha reconocido Fernando Aramburu en este bellísimo texto en su memoria escrito el pasado diciembre en el que reconoce su influencia. Corrían los años setenta y un joven Aramburu entraba a formar parte de la revista Kantil . Uno de sus integrantes era Raúl Guerra Garrido, quien ya había obtenido el Premio Nadal con Lectura insólita de El Capital, una de las primeras obras de ficción que tomó como asunto central el terrorismo nacionalista vasco.

Aunque se consideraba por encima de todo y antes que nada, escritor, su compromiso cívico no solo se limitó a la escritura, se implicó en la Fundación del Foro de Ermua y lo pagó caro. La farmacia que regentaba junto con Maite, su esposa, en San Sebastián, fue quemada en varias ocasiones y como tantos otros, tuvo que llevar escolta, experiencia esta que plasmó en la novela La soledad del ángel de la guarda.

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