Málaga recuerda a Picasso en el treinta aniversario de su fallecimiento

Pablo Ruiz Picasso, de cuya muerte se cumplen treinta años este martes, recordó durante toda su vida aspectos de su infancia como las palomas de la plaza en la que nació, el mar, la gastronomía de su ciudad natal y la amistad que entabló con los gitanos que conoció en sus escapadas de niño. Estos gitanos que vivían en la zona de Mundo Nuevo, cercana a la malagueña plaza de la Merced, donde residía la familia Ruiz Picasso, enseñaron al joven Pablo «a bailar flamenco y a fumar por la nariz», una curiosa práctica que rememoró en una fotografía captada en 1956 en Cannes. Así lo recuerda Rafael Inglada, investigador de la vida y obra del pintor. En su formación como artista fue clave la figura del padre, «al ser pintor, conservador del Museo Municipal y moverse en los círculos artísticos», aunque Picasso diría después «de forma crítica que su padre pintaba cuadros de comedor, con flores y palomas». Pero su personalidad adoptó «muchos rasgos de la madre», al criarse «rodeado por ella, sus dos hermanas, su abuela y sus dos tías; rey en un mundo femenino».