La lección de Pons

Continúa la sequía asistencial del público que parece buscar otras alternativas lúdicas para las noches de los fines de semana. La euforia inaugural se la ha llevado el viento solano y los aficionados, esos que tanto se rasgaban las vestiduras hace tan sólo unos meses en las antesalas de los teatros, atrios de catedrales y salas de concierto, por la falta de espacios escénicos y musicales que aplacaran sus incontroladas necesidades musicales, esconden ahora la cabeza bajo el ala y mantienen un delatador mutismo con su ausencia ante las inmejorables ofertas, tanto de precios (9, 6 y 3 euros ayer) como de calidad que cada semana les propone el Auditorio. Pero lo más lamentable de esto que apuntamos es la ausencia en los conciertos, por decreto, de profesores de los centros musicales leoneses que deberían con su presencia dar ejemplo a ese alumnado al que tratan de inculcar cultura y sabiduría musical. El Auditorio acogió ayer a la Orquesta de Castilla y León con José Pons al frente y en el atril un programa de compromiso y bastante frecuentado por el maestro catalán. La primera parte del programa fue la dedicada a Bizet, con La Arlesiana, grabada hace un año por el director catalán junto a la orquesta granadina que tan bien suena bajo su batuta. Pons hizo una lectura precisa y rigurosa, sin ninguna concesión, pero esencialmente compacta y transparente.