Los castros, huellas de un pasado que aún pueden verse en todo León
El castro de Chano, uno de los mejor conservados del viejo reino
«Todos los montañeses son sobrios, duermen en el suelo y dejan sus cabellos sueltos según la costumbre de las mujeres, y cuando combaten se ciñen la frente con una banda. Realizan además competiciones de tipo gimnástico por medio de luchas y carreras». Así veía en el siglo I d.C. el geógrafo Estrabón a los pueblos del norte de Hispania. Las huellas de los astures, de quienes también dice que beben «cerveza», aún pueden rastrearse por todo León, pues pocos son los pueblos de la provincia que no cuentan con el topónimo «castro» en sus inmediaciones. Estas fortificaciones, situadas en la cima de algún otero, eran los hogares de este pueblo que se repartía por las actuales Asturias, León y norte de Zamora antes de la llegada de Roma. La mayoría de los castros han desaparecido y de ellos sólo queda su recuerdo en forma de leyendas, pero otros se conservan muy bien: es el caso de los de San Juan de Paluezas o Borrenes, en las Médulas. También se puede visitar el de Chano, en el valle de Fornela. En las inmediaciones de León, en Villasabariego, también puede visitarse Lancia, un gran asentamiento astur sobre el que se sobrepuso una ciudad romana. La caída de Lancia, en el 25 a.C., supuso el principio del fin para estos pobladores.