Diario de León

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El arte de bailar la palabra

Con el Auditorio en pie, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba recibieron uno de los homenajes más cariñosos que se recuerdan

La coreografía del ballet fue sorprendente

La coreografía del ballet fue sorprendente

Publicado por
M. Á. Nepomuceno - león
León

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Como certifican los conocidos versos cervantinos «Nunca fuera caballero de damas tan bien servido...» Lo cierto es que pocas veces hemos podido asistir en León a un éxito tan clamoroso como el que recibieron la pasada noche en el Auditorio Ciudad de León el Ballet Nacional de Cuba y su directora y fundadora Alicia Alonso, en la primera de las dos funciones programadas para presentar la que será el inicio de su gira española del ballet Don Quijote .  Partiendo de uno de los pasajes más conocidos del Ingenioso Hidalgo, como son Las Bodas de Camacho , coreografía de la mítica bailarina, dirección artístico-coreográfica de Marta García y María Elena Llorente sobre la idead original de Marius Petipa, versionada por Alexander Gorski y música de Ludwig Minkus con libreto y diseños de Salvador Fernández, el Auditorio acogió la hermosa y  personalísima visión de Alicia Alonso, un auténtico ejercicio de fusión de danza tradicional y de modernas propuestas sustentadas sobre las reglas estrictas del ballet clásico. Utilizando los recursos más rigurosos de la tradición literaria basados en las fuentes historicistas, Alicia Alonso nos propuso un viaje a un pasado imaginario en el que ni el hombre ni la música están sometidos a las estrictas reglas del drama. Con unos decorados sencillos, realistas y cuidados, un vestuario detallista en extremo, y una coreografía sugerente,  en la que los personajes protagonistas cobran vida por primera vez dentro del contexto de la trama argumental,  Alicia ha conseguido dotar a su Quijote y Sancho de verosimilitud a base de mantenerlos en escena durante toda la representación y de insuflarles ternura, sentimientos y pasión, algo ajeno a las anteriores versiones del caballero de la Mancha. Apoyada en una compañía como es el Ballet Nacional de Cuba, la «gloria del Caribe»,  que brilla por su selecto cuerpo de baile y muy especialmente por sus bailarines solistas Viensgasy Valdés y Joel Carreño, en los personajes de Kitri y Basilio, una pareja de ensueño que ponen en pie al público más recalcitrante con sus eternos y seguros equilibrios, sus giros en punta, su espectacular flexibilidad y esas cronométricas «fermatas» que los dejan clavados en un punto sin posibilidad de recursos correctores, todo resultó la pasada noche mágico y vibrante. Heredero de la línea más purista dentro del ballet clásico Joel Carreño dejó constancia de que hoy por hoy es una de las primeras figuras mundiales de la danza cuya facilidad para lograr prodigiosos empeines y grandes extensiones son ya referenciales, lo que permitió al respetable asistir a una de las mejores versiones del Quijote en sus papeles principales. Viengsay Valdés, su pareja, hizo gala de sus legendarios balances, de sus pirouettes y de esa suerte de giros encadenados capaces de enloquecer a cualquiera por la precisión, la elasticidad y la elegancia de sus gestos. El resto de secundarios y del cuerpo de baile, magníficos en cada una de sus intervenciones haciendo realidad una vez más su tremenda capacidad expresiva para sortear los pasajes más difíciles con naturalidad y limpieza. Un Quijote para los anales. 

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