De cerca

HAY UN abismo entre De cerca de Baltasar Magro y aquel Tercer grado del crispante Carlos Dávila, ambos en La 2. De tono, de estilo, de todo, y hasta de target, o sea clientela. Un formato corto de entrevista, apenas media hora, con preguntas entre lo particular y lo general, que se hacen agradables para quienes opten por esa alternativa, pese a la competencia, más liviana y falta de seso, léase La granja (Antena 3) o La noche con¿ Fuentes y Cía (Tele 5). Al dar paso a Estudio Estadio con su matraca de goles y más goles, se beneficia de un plus de audiencia que de otra manera carecería, eso ni se discuta. Hasta procura dar variedad a sus invitados, que también se agradece. Aunque en este aspecto se añora una mirada más holgada hacia la periferia. Con eso de que lo mediático se cuece en Madrid, comienza a producirse un cierto empacho de rostros y tipos, como si las teles pescaran únicamente en aguas de la Villa y Corte. Hay en la pluralidad del Estado, gentes de buen hablar y mucho que decir, pero apenas asoman a las pantallas. La coartada es que venden menos¿ En fin, sería conveniente girar algo el rumbo. El domingo, Magro se llevó a De cerca a Alfonso Guerra, todavía magnífico de lucidez y de reflejos. Aportó pocas novedades a su biografía, pero a cambio alumbró una pizca de nostalgia, o sea que sabe lo que habla.