«Se cuenta con una serie de indicios que están plenamente acreditados»

Los tres documentos más valiosos desaparecidos, Cédulas de la Cepeda, Privilegios de Colinas del Campo y la Biblia de San Isidoro motivaron la denuncia a la que se refiere la sentencia. El punto octavo de los fundamentos de derecho entiende que «no hay pruebas directas que relacionen al acusado con la sustracción de las tres obras: «Para determinar su culpabilidad hay que, por tanto, acudir a la prueba de indicios. (...) Se ha de considerar que las investigaciones conducen a que la sustracción tuvo que ser realizada por alguien que trabajaba en el Archivo (...) Existe sin duda un notable número de elementos indiciarios que apuntan hacia el acusado como la persona que llevó a cabo la sustracción de los tres referidos documentos, que tratan de ser desvirtuados por la defensa acudiendo a los celos profesionales con la directora». «Se cuenta por tanto con una serie de indicios que están plenamente acreditados, que tienen una naturaleza inequívocamente acusatoria, que son plurales y aparecen en íntima relación (...) permitiendo deducir de acuerdo a las regla de la lógica y la experiencia, la natural conclusión de que T.B. es la persona que sustrajo, además de otros muchos documentos y libros, las tres obras de más valor de las desaparecidas del Archivo Histórico Provincial». Entre las curiosidades que destaca la sentencia a la hora de acreditar la condena, figura una conversación telefónica mantenida entre el acusado y una de sus hijas, llevada a cabo el 8 de noviembre de 2002, en la que «al referirse a lo que era del Archivo, dice: 'Bueno, hombre, eran cajas de las que había traído de lo que saqué últimamente, aquí cuando el último traslado, eran unas cuantas cajas... No sé las que serían porque yo no tenía cajas, lo traje todo en bolsas'. No es cierto» insiste la sentencia «que contara con la autorización de la directora para llevar dos o tres cajas de documentos del Archivo a su domicilio». Era uno de los argumentos de la defensa.