Un iluminado con poder

RESULTA paradójico que un organismo encargado de velar por la protección del patrimonio común sea el responsable de la destrucción de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de cuantos se han descubierto en la ciudad en los últimos años. Háganse todos los juegos malabares que se quieran con el Aranzadi, pero lo único cierto es que el artífice debe sentirse hoy especialmente orgulloso de su capacidad para pulverizar las huellas de los que, hace dos mil años, marcaron el resultado de lo que hoy somos. Desde su despacho en la Delegación Territorial de la Junta, el iluminado jefe de la cosa debe sentir que tiene más poder que nunca. ¡Qué venganza más dulce! Destruir para ganar puntos en la soberbia personal no es moco de pavo. Ante esta situación habría que recurrir a la vieja cita: «Pensamientos tontos tenemos todos, pero el sabio se los calla». Y qué decir de los responsables políticos. Una simple decisión de la Dirección General de Patrimonio podría solucionar las cosas. Sin embargo, es mejor jugar al politiqueo de pueblo.