Diario de León

¿Y a ti quién te ha soñado?

Noche de éxito en el estreno, con cinco años de retraso, del «Quijote» de Halffter en el Auditorio, que presenció como se llenaba hasta casi reventar su sala sinfónica

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Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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Valió la pena la espera. Recuperar esta magna obra del siglo XXI ha sido un gran acierto., aunque esta vez ni fue un 23 de febrero, guarismo que parece dar suerte al maestro, ni se pudieron contemplar los espléndidos e imaginativos decorados del mago de la escena Herbert Wernicke, diseñados expresamente para el estreno en el Teatro Real. Sin embargo la sala Sinfónica del Auditorio, llena a reventar en sus dos espacios focales, fue un continuo clamor a lo largo de la representación. Aunque el escenario del Auditorio volvió a mostrarse exiguo para este tipo de representaciones, todo resultó a pedir de boca. Desde un Coro Nacional en excelentes condiciones vocales que mantuvo en todo momento su difíciles tesituras sin fatiga ni desajustes, hasta una Orquesta, la Sinfónica de Madrid, que a las órdenes del compositor controló los violentos cambios dinámicos y tensiones dramáticas que a lo largo de toda la obra se generan, especialmente en el final de la escena V y su transición con la siguiente. Filosofía y Siglo de Oro La ópera cuenta con unos soberbios textos de Amorós, estructurados en un prólogo, seis escenas y un breve final, donde se alternan momentos de intensa expresividad junto a un continuo alegato contra la necedad, la sumisión, el gregarismo, el abuso de poder y el consiguiente desprecio a las libertades humanas, la vida y la muerte, en un ejercicio de reflexión sobre la necesidad de la utopía en el inicio del nuevo siglo, plasmada a través de un encuentro de Cervantes con Don Quijote, donde se van articulando las inquietudes, dudas y desatinos de los personajes, que hacen suyas las voces de varios poetas españoles, desde Juan de la Encina, Jorge Manrique y San Juan de la Cruz, hasta Salinas o Machado. La puesta en escena mantuvo algo la sorpresa al ir apareciendo los personajes principales por el patio de butacas cada vez que tenían una intervención, aunque al carecer de decorados, la tensión dramática decayó. Los cantantes solistas, mantuvieron en todo momento el alto nivel de la producción. Así Enrique Baquerizo, en su caracterización del caballero de la Triste Figura, estuvo magnífico tanto por presencia escénica como por timbre y poderío vocal. Su dúo con el violonchelo solista en ¡ Oh señora de la fermosura...! estuvo signado por un profundo dramatismo al igual que el impactante doble crescendo de la batalla contra el rebaño de ovejas. Cervantes estuvo encarnado por el siempre eficiente barítono Josep Miquel Ramón, de una parquedad y expresividad sobrecogedoras lo que resaltó de forma especial sus parlamentos y otorgó un lirismo conmovedor a Las Diferencias sobre el Canto del caballero de Cabezón. Sancho tuvo en Eduardo Santamaría un traductor demasiado lírico. Así todo supo sortear los difíciles momentos que envuelven la derrota de su amo ante los molinos convertidos en gigantes. Las voces femeninas, las mismas que en el estreno, Diana Tiegs y María Rodríguez, (Dulcinea-Aldonza) sortearon sin dificultad su dualidad y supieron mantener esa tensión vocal en el delicioso dúo Malferida iba la garza de la escena V. El resto de los comprimarios: Fabiola Masino, Alicia Martínez, Ana Hässler, Santiago Sánchez Jericó, Fernando Latorre y Javier Roldán contribuyeron de forma decisiva a crear el ambiente sedicioso que rodea el hogar del caballero. A lo largo de toda la obra el dualismo está presente en ella (Cervantes- D. Quijote, Aldonza-Dulcinea, Cultura-Libertad) y los personajes se ajustan a unas claves sonoras determinadas. Así Cervantes, comienza con un La, Sancho y Quijote con un re, lo mismo que el órgano y el coro, mientras que Aldonza y el chelo concluyen con un Sol sostenido. Dualidad, realidad y ficción, individualismo y masa, naturaleza y cultura, y once campanadas del final que simbolizan la unidad «11». Es en este «compendio halffteriano» donde todas su filosofía, sus sueños, sus ideales, son llevados hasta las últimas consecuencias, para mostrarnos con esa música rebelde, inconformista y a veces alocada todo su desprecio por el autoritarismo, la incultura y en una palabra, la intolerancia humana. Decían los griegos que el hombre es el sueño de una sombra y Halffter llevaba soñando este Quijote desde hacía años y a su vez es su Quijote, quien en un proceso de ósmosis, le ha soñado a él para ser el mensajero de unos valores que cada día le resultan más ajenos al hombre de hoy. Un gran ¡bravo! para nuestro compositor más señero.

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