Diario de León

La noche más hermosa

Setecientas personas en pie ratificaron su apoyo incondicional a la Orquesta Sinfónica Odón Alonso en el Auditorio

El director Dorel Murgu junto a los músicos de la Odón Alonso

El director Dorel Murgu junto a los músicos de la Odón Alonso

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Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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Ésta no va a ser una crítica al uso, porque la crítica ya la hizo el pasado jueves el concejal de Cultura en rueda de prensa, cuando señaló que «parece ser que lo único importante es que se toquen los valses de Strauss, sin cuestionarse el cómo está artísticamente este orquesta después de dos meses de paro»; por lo tanto, esta vez sólo me limitaré a una breve crónica de lo acontecido en el Auditorio el domingo último. Y lo que allí pudimos ver los más de setecientos aficionados (700) que llenamos la sala sinfónica del edificio de Eras, entre ellas el propio concejal, que debió acudir a comprobar si era verdad que los aficionados después de tanto despropósito de estas semanas seguían aún apoyando a la Odón Alonso, es que el plebiscito fue unánime. Una cerrada salva de aplausos recibió a los profesores y director y otra aún mayor y con todo el aforo puesto en pie la despidió. El resto es ya historia. Pero como dicen que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, esperemos que la nuestra no se olvide tan rápido para que lo acontecido con la Odón Alonso nos sirva de ejemplo de que lo que el pueblo quiere nadie ni nada lo puede cambiar. Y a la Odón Alonso la quieren, porque así lo han demostrado por centésima vez los múltiples aficionados de esta ciudad con llenos absolutos. Lo que si nos llamó poderosamente la atención es que entre tanto aficionado y público que acudió al Auditorio no hubiera ningún representante del grupo socialista que antaño tan a menudo acudía con sus familiares y amigos al palco presidencial e incluso convocan recientes ruedas de prensa en favor de la Odón y cuando es el momento de refrendarlo estando allí, no se les ve ni en pintura. Cosas de la política, pero pensamos que la política también se hace con el apoyo directo y no detrás de las mesas de los despachos. Y lo que nos interesa: el concierto. Un concierto que estuvo desde la primera nota signado por la emoción, por la tensión del momento y por la alegría de verse apoyados por muchos leoneses que incluso nunca van a los conciertos, pero que ese día allí estaban para solidarizarse. Y los valses de Strauss llenaron una vez más con su desenfadada melodía los rincones de la sala sinfónica y las bromas se sucedieron sobre el escenario, distendiendo el ambiente y provocando los aplausos espontáneos de los más siete centenares de personas reunidas. Y los cohetes, los paraguas y las serpentinas así como la simpática presencia de una espectadora que subió a «tocar» el Yunque y el martillo, ¿ sería en alusión a algo?, durante una de las piezas, contribuyeron a dar un calor y un color especial a una hermosa noche en la que ninguno pareció aburrirse excepto el concejal, que bostezó en alguna ocasión ante tanto derroche de buen humor. Ni las esculturales bailarinas llegadas de Egipto pudieron sacarle de su aburrimiento, algo que no sucedió con el resto de los asistentes, que aplaudieron con ganas e hicieron de esa noche especial la noche más hermosa. ¡Que sea por muchos años!.

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