Diario de León

| Crítica | Música |

Ángel Barja y su música viajera

La Coral de Cámara  de Pamplona abrió el sábado en la capital leonesa el 18º Memorial en recuerdo del compositor

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

Creado:

Actualizado:

«Pocos pero selectos» podría ser el titular que mejor le iba a esta crónica de urgencia del primer concierto del 18º Memorial Ángel Barja, que al fin vuelve a la vida después de haber estado al borde de la extinción total el pasado año, cuando quienes lo presupuestaban y mantenían a poco se les va la mano y se lo cargan de un plumazo, y por vía de apremio, del panorama cultural de esta ciudad. Al fin el sentido común ha vuelto a prevalecer y el pasado sábado escuchamos en las empastadas voces de la Coral de Cámara de Pamplona algunas de sus canciones más conocidas y celebradas. Diecinueve voces (nueve masculinas), conformaron en esta ocasión a la prestigiosa coral, que, a las órdenes de su maestro director, David Guindano, ofrecieron el primer concierto del Memorial en el Auditorio del Conservatorio. Dividido en  tres densos bloques, con las canciones de Barja abriendo el recital, los escasos asistentes pudimos disfrutar de nuevo de algunos de sus trabajos corales más emblemáticos, como las exquisitas Canciones Job de 1981, en las que los juegos tímbricos alternan con las siempre difíciles tesituras a las que Barja solía someter a sus intérpretes. Versa in luctum o Paucitas dierum resultaron de una gran belleza canora, al igual que Iam Sol , una de sus obras más escuchadas, o Ad Flumina Babylonis , de incuestionable dificultad, especialmente para las sopranos. quienes dieron muestra no sólo de una gran potencia de emisión (a veces rozando el grito), sino de haber trabajado en profundidad el repertorio para sortear las dificultades de los diferentes cambios de color. Hermosa igualmente resultó la canción ¿Qué tengo yo? , con texto de Lope de Vega, autor por el que Barja sentía una especial predilección, de una belleza sobrecogedora, a la que Guindano supo darle toda la hondura que refleja la partitura, exigiendo a las voces matices e inflexiones que otorgaron maravillosa expresividad a esta siempre alabada canción. Goicoechea y de nuevo Barja con los Poemas del mar fueron quienes cerraron el primer bloque del concierto. El segundo y tercer bloque fue un monográfico a Fernando Remacha y sus deliciosas composiciones; aquí las voces, más habituadas, se explayaron en su total dimensión logrando momentos de gran dinamismo, destacando la labor de los bajos y barítonos, mientras mezzo y sopranos alternaban en sus diferentes planos para lograr que todo el entramado vocal resultara homogéneo y empastado al máximo. A destacar la voz de la primera soprano, que tuvo algunas intervenciones en solitario de gran belleza, al igual que la mezzo, con la que cantó a dúo una de las propinas del final con el que se despidió esta excelente coral. Un buen comienzo para este Memorial.

tracking