Diario de León

«Soy un hombre bastante feliz»

Publicado por
Víctor Sujov / Miguel Bas - moscú
León

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Genio de la música, paladín de la democracia y ciudadano del Mundo son tan sólo algunos de los calificativos de Mstislav Rostropóvich, quien falleció ayer en el centro Oncológico de Moscú un mes después de su octogésimo cumpleaños. «Soy un hombre feliz. Estoy junto a mi familia, mis amigos y colegas. Pero me sentiré más feliz todavía si os agrada esta velada», declaró hace menos de un mes Rostropóvich, al asistir el pasado 27 de abril a la recepción ofrecida en su honor en el Kremlin. Aquel fue el último y el gran homenaje al genial violoncelista y director de orquesta que en 1969 no dudó en acoger al entonces acosado futuro premio Nobel de Literatura, Alexandr Solzhenitsin, y de escribir una carta en su defensa al diario Pravda , desafío que pagaría con el exilio en 1974. «Lo mejor que he hecho en esta vida es, tal vez, no la música, sino la carta al Pravda, ya que a partir de aquel momento mi conciencia está limpia», escribió luego el músico en sus memorias. Tampoco lo dudó en agosto de 1991, cuando en pleno golpe de Estado regresó a Rusia y por el mundo recorrió la foto del músico sosteniendo en su mano un fusil Kaláshnikov, casi como el violoncelo, mientras sobre su hombro dormía uno de los defensores de la naciente democracia rusa. «Pensaba que me podían matar. Pero aun así, el mundo se enteraría de lo que ocurrió en Rusia», dijo sobre los sucesos de agosto de 1991, que ese mismo año condujeron al fin de la URSS y a la aparición de quince nuevos Estados en el espacio pos-soviético. Valedor de gente sin voz Amigo personal de monarcas y estadistas, pero también convencido valedor de la gente sin voz, Rostropóvich era capaz de dejarlo todo y volar al lugar donde consideraba que su presencia era imprescindible, como ocurrió durante la caída del muro de Berlín en 1989. Entonces, Rostropóvich atrapó la imaginación del mundo entero cuando ofreció un recital improvisado de violonchelo en medio de las ruinas del símbolo de la Guerra Fría. «El arte y la moral son inseparables. Rostropóvich no sólo es conocido como violonchelista, sino también como defensor de los derechos humanos y la libertad espiritual, firme luchador por los ideales de la democracia», declaró el presidente ruso, Vladímnir Putin, en su homenaje.

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