Operación documental
El Musac inaugura hoy, con «La ciudad de los fotógrafos», filme sobre la dictadura de Pinochet, un proyecto que incluye la proyección de un gran documental cada mes hasta julio
oy el Musac inicia una nueva aventura. Se trata de una apuesta a largo plazo -hasta el mes de julio- con el fin de difundir el siempre minoritario género documental, poco prodigado en las salas de exhibición comerciales. Bajo el título El documental del mes, el ciclo se abre hoy con la proyección de La ciudad de los fotógrafos, un retrato del Chile de Pinochet. Excepcionalmente, este mes se proyectará un segundo documental, el 20 de septiembre, The Master and his pupil (El maestro y su alumno). La entrada será libre y gratuita hasta completar el aforo -todas las proyecciones serán a las 20.10, en el salón de actos del museo-. Con el proyecto El documental del mes el Musac trata de dar respuesta al interés demostrado por el público leonés por este género, del que el museo se hizo amplio eco el año pasado con el ciclo Cine Documental No Ficciones, que complementaba al taller de creación que, bajo el mismo título, dirigió en primavera el realizador leonés Chus Domínguez. Además, El documental del mes es una iniciativa vinculada a la red europea CinemaNet Europe (CNE) a través de la productora catalana Parallel 40. La selección de la programación se lleva a cabo mediante una votación entre los representantes de los socios de CinemaNet Europe, la primera red europea de cine digital especializada en la distribución de documentales de alto nivel. En La ciudad de los fotógrafos, obra del cineasta chileno Sebastián Moreno, es una mirada al trabajo y a la figura de los reporteros gráficos durante el régimen de Augusto Pinochet. Las fotografías de estos reporteros sirvieron como testimonio para iniciar numerosos procesos judiciales, y algunos de sus autores fueron reprimidos o asesinados. La ciudad de los fotógrafos ha recibido diversos premios en países como Italia, Holanda, México y Chile. El filme retrata a los fotógrafos que arriesgaron sus vidas en los sangrientos disturbios y protestas durante los años 80 en Chile. «Para ellos, tomar fotos era una forma de participación, incluso de resistencia, una forma de ser actores vitales más que meros espectadores».