Diario de León

Le conmovió el leonés que por hambre conoció penales y manicomios

Ramiro Pinilla reedita su novela sobre «El Ruso» de La Cabrera

Basada en un personaje real de La Baña, fue un libro «fetiche» durante la Transición Un escritor «faraónico»

El escritor vasco Ramiro Pinilla en una foto de archivo en el palacio de La Magdalena de Santander

El escritor vasco Ramiro Pinilla en una foto de archivo en el palacio de La Magdalena de Santander

León

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Tenía una historia más cruda que la del protagonista de la célebre novela Papillon . Antonio Bayo, un pastor leonés marcado por la mala suerte, quiso contársela a Ramiro Pinilla y el escritor vasco acabó por dedicarle una de las novelas que más ampollas levantaron durante la Transición. Su historia, como suele ocurrir casi siempre, superaba con creces la de cualquier personaje que pudiera fabular el autor de La higuera. Nacido en los años veinte en La Baña, una de las zonas más deprimidas de la posguerra, donde tras trabajar como pastor se convirtió en un delincuente común, fue torturado por agentes de la Guardia Civil y, posteriormente, ingresó en la cárcel y en un manicomio. Acabada la dictadura, Antonio Bayo se traslada al País Vasco, donde durante un largo mes le relata su trágica vida al autor de Las ciegas hormigas. El libro, publicado en 1977 bajo el título Antonio B. El Rojo, ciudadano de tercera, ocultaba por motivos de seguridad el pueblo del protagonista -se cita Las Piedras en lugar de La Baña-, así como el apellido del protagonista (Bayo) y su apodo real (El Ruso), que será el que figure en el título de la reedición que llegará este otoño a las librerías. Como explica Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) en el prólogo de la reedición «el gran pecado de Antonio era que tenía hambre. Era un animal hambriento». El escritor, premio Planeta y Nacional de la Crítica, decidió contar la terrible historia de aquel pobre pastor leonés con el objetivo de denunciar si «pertenecía a España aquella Cabrera Baja, aquel mísero y desheredado pueblo de La Baña» y «si eran españoles aquellas gentes dejadas de la mano de todos los dioses». Antonio B., el Rojo o, más acertadamente Antonio B., el Ruso, es la primera novela en la que Pinilla utiliza lo que él llama «lenguaje invisible»: está escrita sin peso ni obstáculos para el lector. No hay ningún exceso, exaltación, ni exhibicionismo del lenguaje. Sin embargo, al escritor le costó mucho trabajo poner en «limpio» los relatos de aquel niño que apodaron el ruso porque una mujer que ayudo a su madre en el parto, al verle, había exclamado: «¡Leches, si es rubio como un ruso!». Las patatas del cura Pinilla tuvo que guardar su manuscrito en un cajón dos largos años, hasta que murió el dictador, para publicar una novela que todas las editoriales rechazaban. Porque el autor se atrevía a decir que La Baña tenía sacerdote «y más hubiera valido que no lo tuviera: el de negro pagaba a la madre de Antonio un puñado de patatas por sus servicios sexuales». Recuerda el escritor que en 1977, cuando presentó el libro en la Obra Cultural de la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, alguien del público dijo que jamás en La Cabrera Baja habían sucedido tales episodios. En aquel acto el autor y el protagonista del libro habían contado a los asistentes que hubo una «expedición» del gobernador a La Baña en 1940 y que algunos vecinos, para congraciarse con la autoridad, se acercaban a los tres jeeps y delante de los morros de los vehículos lanzaban yerba... ¡para que comieran! Alguien presente en la sala dijo que Pinilla no mentía y que él mismo había sido testigo en aquel viaje del gobernador en calidad de cronista oficial.

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