Diario de León

Escritor

«No todas las culturas son iguales, algunas son moralmente superiores»

El novelista demuestra en esta entrevista la audacia y honestidad intelectual que le ha convertido en uno de los escritores más controvertidos de la actualidad

Javier Arce

Javier Arce

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Cristina Fanjul - león
León

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Ya es un clásico, uno de esos escritores de los que no se puede prescindir para entender la realidad literaria e intelectual de los siglos XX y XXI. Martin Amis llegó a León para recibir el Premio Leteo y demostró por qué millones de lectores honran en todo el mundo su genio creador. El 2008 recibirá la traducción al español de House of meetings y la publicación de The second plane . Mientras, con extraordinaria lucidez, profundiza en algunos de los temas que le han convertido en la conciencia crítica de occidente. Una mirada amarga y clarividente sobre la historia y la literatura. -Su próximo libro, «The second plane», es un compendio de los artículos que escribió tras el atentado del 11-S. En ellos muestra una posición crítica con el islam a la que la corrección política y el buenismo nos tiene poco acostumbrados. En el Reino Unido se ha levantado una gran polémica a costa de sus palabras sobre los musulmanes ¿No tiene miedo a que le consideren el próximo Salman Rushdie o le critiquen como a Oriana Falacci? -Verá, creo que depende de cada caso, pero lo que tengo muy claro es que cuando alguien habla y actúa de manera honesta, se está enfrentando a una amenaza real. Pero, nada le pasó a Oriana Fallaci y, al menos de momento, nada le ha ocurrido a Salman Rushdie. Creo que el problema principal es la prensa, que actúa como un auténtico mulah y distorsionan lo que dices. Lo que hacen es utilizarte para expresar su propio opinión acerca del islamismo y el yihadismo. Saca de contexto tus palabras y las distorsiona, con lo que pierden la significación que tú querías darles. El problema es el siguiente: los terroristas islamistas han tratado de cometer tres atentados en el Reino Unido en 13 meses, el último en agosto del 2006. Podrían haber acabado con la vida de 3.000 personas, muchas de ellas mujeres y niños, con un plan para volar aviones comerciales entre Londres y Estados Unidos. Fue entonces cuando pensé que debía decir algo. Creo que una de las obligaciones de un escritor es expresar lo que hay en su interior. Pero, por supuesto, mis palabras no eran una propuesta política. Después de mi experiencia, he de decir que he aprendido que tengo que ser más cuidadoso y no hablar como un político. -No sé si ocurre así en Gran Bretaña, pero en España se da la paradoja de que la izquierda vive inmersa en una especie de síndrome de Estocolmo con el islam. Incluso se ha dado el caso de manifestaciones en las que, de manera implícita, se defendía a Hezbollah, el brazo armado de Irán en Líbano. En esa concentración hubo incluso representantes del lobby gay. -¿Pero saben los gays españoles que en Irán no hay homosexuales? -Supongo que sí. Ahmadineyad dejó claro que ellos no tienen «de eso». Pero, la pregunta es ¿Hay que manifestarse contra la corrección política? - Una de las cosas que más me impresionó tras los atentados de Madrid fue la concentración de repulsa que siguió a los asesinatos. Los españoles mostraron su dolor, pero no fue una marcha contra nadie. La imagen de miles de paraguas bajo la lluvia tuvo gran belleza. Y, acerca de su pregunta, tengo que decir que no, no creo que debamos manifestarnos contra la corrección política. Ahora bien, rechazo de plano la acusación de que la crítica al islamismo sea racista. No lo es. Algunos de los terroristas que pusieron las bombas el siete de julio en Londres eran blancos, llegaban de Suecia. Así que no tiene nada que ver con el color. Si te disgusta el mundo musulmán y lo argumentas con razones de color, entonces tiene que disgustarte el 25% del mundo: saudíes, nigerianos, somalíes, malayos... No tiene nada que ver con el color. Hay yihadistas blancos. Hay occidentales blancos que se convierten al islam. No tiene nada que ver con el color. En realidad, lo que intentan cuando te acusan de racista es distraer la atención del problema fundamental. El problema es la ideología, las creencias. -¿Cree que puede decirse que hay culturas mejores que otras? - Bueno ¿Usted cree que es cultura que una mujer sea violada por siete hombres y luego reciba 200 latigazos en público? No es imperialista decir que se trata de algo totalmente bárbaro. Creo que deberíamos fijarnos en la postura que toman las feministas respecto a este problema. ¿Cómo se defiende el islam desde bases feministas? Hay millones de clases de islamistas, yihadistas, tradicionalistas, fundamentalistas... Pero el gran problema que tiene el islam es el Corán, que es la revelación final y perfecta de Dios y ordena a los hombres que la cumplan sin cuestionársela, que sometan su vida a esa ley. El 50% de la población, o el 51%, es decir, la mayoría, es musulmana. Así que ¿cómo puedes defenderlo? ¿Cómo se defiende la homofobia? -No hay que olvidar que islam significa sumisión. -Si, pero algunas personas tienen que someterse más que otras, como las mujeres. -Lo que ocurre es que cuando crees algo de manera absoluta pierdes tu libertad. -Sí, y eso ocurre con todas las ideologías. La religión es eso en realidad, una ideología. Si te sometes a ella estás aceptando perder parte de tu libertad y tu mente deja de ser tuya para pasar a ser parte de un ente común, de una umma de mentes. Así que cuando usted habla de superioridad moral, de una moral más avanzada, de lo que en realidad hablamos es de tiempo. No es algo genético ni étnico, sino algo que tiene que ver con la evolución y con la evolución en el tiempo. Sólo tiene que pensar cómo eran países, España, el Reino Unido, los Estados Unidos, hace cien años. Eran bárbaros. Eso ocurre con el islam y cualquier musulmán libre y serio lo sabe. -Además, ellos no han tenido Ilustración... -No, ni Reforma. El islam es seis siglos más joven que el cristianismo. La pregunta que hay que hacerse es: ¿En qué periodo de la historia están? Aún no han llegado a la Reforma, ni al Renacimiento ni a la Ilustración. Y el problema es que no han tenido libros en los últimos cien años para alcanzar el tiempo actual. El otro problema es que hoy en día el armamento es atroz y está disponible. -Borges solía decir que las ideas nacen dulces y envejecen feroces. ¿Cree que todas las ideologías son bárbaras? -Unas más que otras. Pero, cuando te arrodillas ante una ideología entras en una especie de ilusión, pierdes el sentido de la realidad y entras en una ficción. Cuando alguien te reta a defenderla con argumentos, te das cuenta de que no puedes contar tan sólo con la razón, con tu mente. Al tratarse de algo demasiado precioso para ti, en ocasiones la única manera que tienes de sostener esa ficción es a través de la violencia, y a través de acusaciones violentas. Es muy cobarde. Cuando dices la verdad acerca de algo, también estás arriesgando algo. Pero no hay ningún riesgo en acusar a alguien de racista. Es demasiado fácil. -En «Koba el temible» decía que los muertos rusos seguían durmiendo. ¿Han despertado desde entonces? -Rusia es tan extraño... Putin es muy popular, pero es un Stalin. ¡Pobres rusos! Nunca han sido libres, nunca en los últimos mil años. Rusia no es una nación Estado, es un Estado nación. Desde la época napoleónica, todo se ha hecho siempre para engrandecer el Estado. En Rusia nunca nadie se ha preocupado por la gente y Putin... bueno... Rusia es un país inmensamente rico en la actualidad, pero nada de esa riqueza llega a los ciudadanos. Un ejemplo revelador es que más del 50% de los hospitales no tienen agua corriente. Esto es algo realmente impactante. La gente no importa. El Estado tiene demasiado poder, un poder que se ha ido creando a través de un sentimiento de miedo a otros países. Eso ha sido así desde el año 1000 con la fundación rusa en Kiev. La única manera de frenar esa tendencia del Estado a estatalizar todos los espacios de la sociedad es mediante la democracia, pero los rusos están aún muy lejos de eso. -Pasaron del régimen zarista a Stalin y de él a Putin. -Sí. Bueno, tuvieron ocho meses entre febrero y octubre en 1917 con el gobierno provisional y eso fue todo en el conjunto de su historia. Y, después, hubo una especie de anarquía durante el periodo de Boris Yeltsin que, por otro lado, provocó un gran caos económico. -Uno de los personajes de la obra de Albert Camus en «Los justos» dice «Aceptamos convertirnos en criminales para que el mundo se pueble de inocentes». ¿Cree que existe alguna idea, algún país o, al menos, alguien justo en este mundo o tenemos que destruir la realidad? -No, creo que, al menos en el primer mundo, hay millones de personas, con pequeñas excepciones, que son libres y tolerantes. La administración Bush ha sido un auténtico desastre. Antes del atentado del 11 de septiembre sabíamos que Estados Unidos era la mayor potencia que el mundo había visto, pero su gran poder no se reveló hasta entonces. La población estadounidense continúa en shock, tienen una especie de herida cerebral que les lleva a seguir buscando un enemigo. La invasión de Afganistán fue suficiente. Fueron atacados, no exactamente por un Estado, sino desde un Estado, en este caso Afganistán. Especialmente cuando sabemos que Osama Ben Laden estaba protegido por el mulah Omar, que gobernaba el país. Comprendo que en ese momento Estados Unidos debía mostrar su poder, y eso hicieron. Pero en el caso de Irak no había razones. Cuando decides entrar en guerra, debes estar absolutamente seguro de que lo haces para mejorar las cosas, debes prever que no lo haces para empeorarlas. No creo que la administración norteamericana siguiera esa regla. -En un libro sobre Daniel Pearl, e l francés Bernard Henry-Levi defiende que Estados Unidos debería haber invadido Pakistán en lugar de Irak. Según él, los servicios secretos de ese país están al servicio de Osama Ben Laden. -Creo que hay muchos países que habrían sido mejores objetivos que Irak. Irán, por ejemplo, o Arabia Saudí. Irán tiene conexiones con Al Qaeda y estuvo ligado al atentado de septiembre. No hay más que recordar la crisis de los rehenes en Beirut. Es decir, Estados Unidos tenía razones legítimas para invadir Irán. Hay un chiste que viene a decir que cuando el presidente deletreó el nombre del país para dar orden de ataque, se equivocó y en lugar de una «n» deletró una «r». Ya sabe lo que se dice, que Bush quería vengarse de Sadam Hussein por haber intentado asesinar a su padre. -Es un comportamiento totalmente infantil. -Si. Puede ser que George Bush no actuara correctamente al no acabar la invasión en la primera guerra del Golfo. En sus memorias, Bush padre dice que si no llegaron hasta Bagdad fue porque no tenían ninguna razón y habría tenido un coste humano y político demasiado alto. Volviendo a su pregunta, sí, Pakistán era preferible a Irak. -Una de las preguntas que más aparece en sus obras, ya sea de manera explícita, como en «Koba el temible», o de forma implícita, como en «Campos de Londres», es ¿por qué? ¿Ha encontrado ya la respuesta? -¿Por qué? es una pregunta inherente a la naturaleza humana. La gente es como los países y los países son como las personas. Me gusta la gente, pero no particularmente la gente agradable, sino los que muestran debilidad, los susceptibles: ambiciosos, paranoicos, preocupados por el reconocimiento de los demás. Así que ¿cómo explicar la naturaleza humana? La pregunta es ¿por qué? pero también ¿qué? ¿qué es, cómo se conforma la naturaleza humana? Es una cuestión que se hacen todos los escritores y poetas, que nos hacemos todos. Pero, lo siento, no hay respuesta. -Sus novelas son laberínticas, como ocurre con la obra de Borges. ¿Qué más comparte con el escritor argentino? -Borges es el maestro y, sobre todo, el maestro de la historia corta. Creo que los cuentos te permiten hacer cosas que están vedadas en la novela. Las obras de Borges, sobre todo sus historias cortas, rozan la perfección. Un ejemplo es El inmortal , tan triste y hermosa. Tiene una perfección matemática sublime. Sí, yo reverencio a Borges y mi obra bebe de muchos de sus hallazgos.

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