Diario de León
Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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MIENTRAS digerimos el partido de España, previa lectura atenta de la sección de Deportes, vayamos a uno de los aspectos más comentados del discurso de Cuatro en esta Eurocopa: la profusión adjetiva de lo rojo en la retórica promocional de la cadena. Cuatro ha decidido llamar a la selección la roja. Dice que así se la llamaba antaño. No sé de cuando dataría ese antaño, pero este servidor, en cuarenta y cinco años de ferviente forofismo futbolero, no lo había oído jamás, y hay razones para suponer que en los años anteriores -los 40, los 50, etc.- tampoco sería término de uso común. Asímismo, al rasgo que define al carácter del fútbol nacional lo han bautizado como furia roja, que es un término que parece más propio de algún trastorno psiquiátrico o de las hordas estalinistas violando alemanas vencidas en el Berlín de 1945. Y para colmo, a la madrileña Plaza de Colón, que es donde Cuatro ha instalado su base de operaciones para el festival, le asignan el sobrenombre de la Plaza Roja, como la de Moscú. ¿Y por qué tanto rojo? A bote pronto, sólo hay dos opciones: o por razones políticas, por la archisabida connotación del color, o por razones comerciales, por el color corporativo de Cuatro; la explicación oficial, que es la de la camiseta de la selección, viene tan traída por los pelos que hay que considerarla más bien una broma. Lo que hace tan molesta la arbitraria adscripción del color son sus connotaciones históricas: la Plaza Roja de Moscú ha sido el escenario habitual de las exhibiciones de poder del totalitarismo soviético; a su imagen y semejanza acomodaron los chinos la plaza de Tiananmen para la exhibición gemela de su propio totalitarismo. Con esos antecedentes, bautizar a la Plaza de Colón como Plaza Roja es una desafortunada frivolidad que habrá conmovido los huesos de varias decenas de millones de muertos. A todo esto, la Plaza Roja de Moscú no se llama así por el rojo del comunismo, ni, evidentemente, por la primera elástica de la selección española; tampoco por el color de los ladrillos de los edificios colindantes, según comúnmente se cree. Esta plaza se llama así porque la palabra rusa Krasnaya, que ahora significa roja, antiguamente significaba bonita, y el nombre se aplicaba más a la cercana catedral de San Basilio que a la plaza propiamente dicha, a la que luego se extendió la misma denominación. Pero, como es sabido, la Plaza de Colón en Madrid ni se parece a San Basilio, ni al Kremlin, ni tiene ladrillos rojos, ni la palabra rojo significa en castellano bonito (y en cuanto a que Colón sea bonita, habría mucho que hablar). En Colón lo único que hay rojo es el logotipo de Cuatro y su frívolo abuso de un color tan problemático. Dicho sea sin la menor furia, ni roja ni blanca.

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