El Ademar a trompicones, golea en el último cuarto (35-20)
EL Obregón Huesca terminó derrumbándose en los últimos quince minutos, encajando una goleada que parecía impensable
Carlos Ruesga, voraz en el último cuarto, en un lanzamiento a puerta
Reale Ademar derrotó por 35-20 al Oberagón Huesca que aguantó durante tres cuartas partes del partido, para después derrumbarse en los últimos quince minutos encajando una goleada que hasta entonces parecía impensable, pese a la enorme diferencia de calidad entre ambos equipos.
De inicio, los visitantes lograron enredar en una tela de araña el juego ademarista con una defensa abierta, en algunos casos casi individual, que propició numerosas pérdidas de balón en los leoneses que tan solo, en acciones individuales, fue capaz de encontrar los huecos para los lanzamientos.
Pero si en defensa la estrategia surtió efecto, en ataque los aragoneses chocaron, una y otra vez, con la inspiración en portería de Vicente Álamo que firmó 15 intervenciones durante la primera mitad, muchas de ellas en lanzamientos claros de siete metros.
Gracias al acierto en portería y a las acciones de aquellos jugadores que mejor entendieron el partido en los ademaristas y al ataque ofensivo del Huesca durante casi diez minutos se abrió la brecha con un parcial de 5-0, que luego mitigó mínimamente el Huesca con un 0-3, aunque la diferencia al descanso fue la máxima de toda la primera mitad (16-10).
Si en la primera parte Ademar había caído en la trampa de su rival, el inicio de segunda mitad fue más de lo mismo, con pérdidas y despropósitos, llegándose a ver a un desacertado y fuera de distancia Ángel Montoro incluso de pivote improvisado en algunas acciones.
Casi por inercia y por la enorme diferencia de calidad y de banquillo, los leoneses dominaban con cierta comodidad, sumándose también en varios «latigazos» Montoro y continuando el acierto de Álamo, curiosamente el más destacado en los suyos.
El partido se rompió en el último cuarto tras un parcial de 5-0 y con un Ademar, entonces sí, desmelenado y martilleando con las penetraciones de Ruesga y Cutura, para llevar la ventaja por encima de la decena de goles con un carácter hambriento que no había tenido durante tres cuartas partes del encuentro.