Diario de León

Murci, el gol que viene del barro

El futbolista de la Cultural tuvo que marchar fuera para ser reconocido en León. Sueña con una segunda oportunidad.

El goleador de la Cultural Murci, a la derecha, con su padre Vicente en el taller de alfarería que regenta la familia en la localidad leonesa de Jiménez de Jamuz.

El goleador de la Cultural Murci, a la derecha, con su padre Vicente en el taller de alfarería que regenta la familia en la localidad leonesa de Jiménez de Jamuz.

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El tono de su móvil suena sin parar. Todo el mundo se interesa por Murci, el Tanque de Jiménez de Jamuz , aunque el goleador hubiera preferido el mote de Taruso , el apelativo con el que todos los vecinos del pueblo y alrededores conocen a su padre Vicente, que se dedica a la alfarería. «El barro y el fútbol tienen su punto en común. Los dos oficios son muy sacrificados y nadie te regala nada», afirma con gesto serio.

Su vida la cuenta con una mirada limpia y una sonrisa pícara. Esa pillería que traslada al campo de juego para comer la merienda a las defensas rivales. «Desde pequeño he visto en casa el oficio de mi padre. Yo decidí tirar por el fútbol. Quién sabe si de no ser futbolista me hubiera metido en el negocio del barro», señala convencido.

David Murciego Fernández es una persona con las ideas muy claras. Mira de frente, sin pestañear, aunque a veces denota una actitud inquiera. Se muerde las uñas cuando cuenta con emoción la historia de sus 25 años de vida. El primer contacto con el balón lo recuerda como si fuera hoy. «Di mis primeras patadas a un balón en la era del pueblo, con los amigos de la infancia. Después jugué al fútbol sala en equipos de la zona. Hasta los 13 años no me tomé en serio lo del fútbol. Por medio de un vecino del pueblo fiché por el equipo cadete de la Cultural. Recuerdo que al poco de llegar metí cinco goles en la primera parte de un partido. Cuando los conseguí frente al Huracán hace veinte días reviví mis comienzos. Fue como un fogonazo que pasó por mi cabeza», indica con la mirada perdida.

Su decisión de dar un giro a su vida para dedicarse plenamente al fútbol se consuma cuando el Villarreal llama a su puerta: «Fue el último año de juvenil en la Cultural. Aquí en León, De Celis y compañía no contaban con la gente de la cantera y no me quedó más remedio que irme», apunta el futbolista.

Seguir el camino del fútbol le obligó a tomar decisiones que, según indica el propio Murci, «tal vez no fueron las más acertadas». «Dejar los estudios me puede pesar a la larga, porque nunca se sabe como puedes acabar en el deporte», asegura con preocupación, aunque a continuación argumenta: «Me costaba mucho ponerme con los libros. Sólo tenía el balón en la cabeza. Quizás hubiera abandonado el instituto de todas las maneras».

Murci afirma que cuando se toma una decisión ya no vale la pena mirar atrás. «Me hago muchas ilusiones y creo que con 25 años todavía me queda cuerda para rato. Tuve una oportunidad en el Villarreal. Jugué en el filial y entrené con el primer equipo. No es por consolarme ni engañarme, pero por delante de mí y siendo futbolista de la cantera tenía a Forlán, Riquelme, Nihat y Cani. Confío en que el fútbol me dé una segunda ocasión para ser alguien. Alguno de mis compañeros han tenido un hueco en el fútbol profesional. Jonatan Pereira está en el Betis, Bruno logró llegar al primer equipo del Villarreal, De la Bella milita en la Real Sociedad y David Fusté juega en el Olympiakos», detalla con admiración.

«A mí de momento me han tocado cesiones y buscarme la vida en la Segoviana, Illescas, Jove Espanyol, La Nucía y Ronda, antes de volver a mi querida Cultural. Estoy orgulloso de haber regresado a León para jugar en la Cultural. Éste es el mejor año de mi carrera y aquí he marcado ya 31 goles. Estoy encantado con el proyecto leonés que se ha confeccionado este año porque los jugadores de la casa hemos demostrado que sabemos responder cuando la situación económica se complica», recuerda.

El futbolista no se obsesiona, aunque insiste en una corazonada que no para de rondarle la cabeza: «Creo que terminaremos la Liga como primeros de grupo y vamos a ascender. Después, si se mantiene el grupo de futbolistas, quizás podemos dar a León lo que lleva anhelando tanto tiempo». Su sueño no lo descubre «porque si lo digo no se cumple», matiza.

A la hora de escuchar consejos admite que sólo hace caso de aquellos que proceden de sus seres más queridos, que sabe que quieren lo mejor para él. «Sólo atiendo a los consejos de mi padre Vicente, mi madre Maite y mi novia Jimena. Son las personas que más me quieren y siempre están ahí para lo bueno y lo malo. Escucho lo que me proponen, pero casi siempre acabo decidiendo yo», asegura con tono grave.

A continuación afirma con una amplia sonrisa en su boca: «Mi debilidad es mi hermana Beatriz. Tiene 18 años y es la de los mimos en casa. Estoy muy unido a ella y la quiero con locura».

Murci se define como una persona «sencilla, natural y extrovertida. Muy amigo de mis amigos. Los conservo desde la infancia. Algunos pertenecen a la peña que me apoya todos los domingos en el estadio. Vicente, Rodrigo, José Pedro, Maikel, Iván, Rubén, Abraham, Jony, Davicín, Igor, Pablito y Diego son mi gente y ahí están siempre. Me animan en todo lo que haga y jamás me dejan solo», detalla con la voz entrecortada.

A alguno de sus amigos ya le ha ganado apuestas relacionada con los goles que marca cada domingo. «A Rodrigo, el que me lanza el sombrero rojo cada vez que anotó un tanto, no le va a quedar más remedio que dejarse bigote durante los meses de verano. Así lo prometió si llegaba a la cifra de 30 goles. Y lo que se promete se cumple», proclama.

Entre sus aficiones destacan los coches. «Tengo un BMW 320CI en el que me desplazo a los entrenamientos todos los días. Cuando ahorre un poquito más, porque confío en que el presidente nos pague, tengo la intención de comprarme un Porche», afirma entre risas. «Si tengo una segunda oportunidad y gano mucho dinero lo compraré como capricho personal», recalca.

Entre otras de sus aficiones cotidianas le gusta jugar a las cartas y estar con los amigos. «Me atrae el póker. Después lo utilizo en el césped para tratar de engañar a las defensas contrarias», sonríe pícaramente.

Murci asegura sentirse «feliz» con su nueva etapa deportiva en León. «Regresar a tu tierra siempre es un placer. Estar con los míos y jugar en la Cultural colma mis aspiraciones», mantiene mientras respira profundamente.

El goleador vive con sus compañeros Joshua, Henrique, Stallone y Karim en un piso de la capital leonesa. «Estoy muy contento con la vivienda porque es amplia y además está situada en el centro de la ciudad, en la zona del Jardín de San Francisco».

El goleador expresa sus sentimientos. «No quiero que se acabe este relato de mi vida sin que toda la afición sepa que por encima de jugador de fútbol soy leonés y culturalista. Llevo a esta tierra y este club en mi corazón», insiste emocionado.

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