El Barça mira al frente

El Barça se despertó en Londres con mala cara, después de una larga noche dando vueltas, sin poder dormir, reviviendo el mal sueño de un partido lleno de desgracia, que intentaban sacarse de la cabeza sin dejar de preguntarse qué demonios había pasado. Pero en cuanto el equipo aterrizó en Barcelona, se dirigió directamente al Camp Nou con una consigna clara: nada de mirar atrás, ir con la vista al frente y dar un paso adelante. Como siempre. Ahora toca cambiar de foco. Llega mañana el clásico, con la Liga en juego. En cuatro días es todo o nada.

Se acabaron las lamentaciones, se acabó pensar en los dos postes, en el penalti de Iniesta, en los remates fallados, en esa ocasión nacida de la nada que remató Drogba cuando el reloj ya exigía irse al descanso. Todos esos sentimientos que inundaron el vestuario al final del partido, con caras de decepción, seguían ayer presentes en el equipo. Con menos intensidad, pero se imponían los rostros serios, un signo que el cuerpo técnico valora por lo que implica de responsabilidad. Por más que haya ganado, este grupo no tolera la derrota. «De 10 partidos así, la mayoría los habríamos ganado 0-3 o 0-2, pero no habríamos perdido ninguno. Solo éste», musitaban los futbolistas.

EL MENSAJE DE GUARDIOLA / Pep Guardiola es el primero que está obligado a dejar atrás Stamford Bridge, del que salió cabizbajo y visiblemente tocado. Pero ayer ya se puso en marcha pensando en el Madrid y, al tono bajo de la rueda de prensa de Londres es probable que le siga hoy otra muy diferente. Mourinho no hablará y dejara que lo haga el fiel Karanka. Aquí no hay multa como en la Champions. Pep quizá levante la voz para reafirmar la identidad y el valor de este equipo, más allá de lo que dicte el marcador, y al mismo tiempo, agitar el ambiente en un momento de bajón.

«Siento que, pase lo que pase el sábado y el martes, este año ya hemos ganado. Después de todo lo que hemos vivido, enfermedades, problemas, por la forma en que ha competido este equipo, ya hemos ganado», dijo en un discurso que intenta liberar de presión a sus jugadores, por mucho que algunos lo interpretaran como un guiño de despedida.

Pero el Barça no dejará de competir. Ni el sábado ni el martes, ajeno a las estadísticas tan desfavorables que acompañan las últimas visitas del Chelsea al Camp Nou. Desde hace 12 años, desde el 5-1 que valió para remontar el 3-1 de la ida, ninguno de los otros resultados que se han dado le valdría ahora para pasar a la final. Pero hay que esperar que, igual que al Madrid se le está haciendo muy larga la Liga cuando no lo esperaba, al Chelsea se le harán muy largos los 90 minutos en un campo con más espacios que el minúsculo y antiguo Stamford Bridge.

ALEXIS, TOCADO / Un Camp Nou que mañana recibirá al Madrid con un gran mosaico dibujado por 90.000 cartulinas y el lema «Som i serem». Un ambiente especial para un partido especial y que el martes se repetirá. Dos títulos en 72 horas; la posibilidad de colocarse a un punto en la Liga con cuatro jornadas por delante, y alcanzar la final de Múnich. De momento, el único punto de inquietud es el estado de Alexis, que ayer cojeaba ostensiblemente, víctima de los efectos de un rodillazo de Terry que le condicionó toda la noche.

Mientras Drogba se tiraba por el suelo, su capitán dejó dos recuerdos, uno al delantero chileno, al que apartó del partido cuando mejor estaba jugando (había estrellado un balón en el larguero tras un gran pase de Iniesta), y el otro a Puyol, apretándole la mano cuando se la mostró dolorida. Guardiola, por muy fieros que sean tanto el Madrid de Mou como el Chelsea de Di Matteo, el técnico que mejor interpreta su legado en Londres, no dará un paso atrás. Nunca lo ha hecho. Y menos ahora.

«A este Barça se le puede pedir, pero no exigir, porque sus últimos años están siendo brillantes. Para mí, esta temporada ya es fantástica», dijo ayer Txiki Begiristain, exdirector deportivo del Barcelona. Por eso, Guardiola solo le pedirá mañana una cosa al Barça: que sea el Barça.