El jabalí remonta las cacerías

Las cacerías celebradas durante el pasado fin de semana han vuelto a poner de manifiesto la abundancia de jabalí, tanto en las zonas llanas de regadío como en el monte. Pese a que el maíz sigue sin cosecharse en su mayoría y que la dificultad para la caza es evidente, en todas las batidas se han visto «cochinos» y ha podido dispararse sobre ellos con resultados que, si bien no son espectaculares, si son positivos, entre dos y tres de promedio. El problema es reunir suficientes cazadores y perros adecuados para batir manchas tan extensas, ya que en la mayoría de ocasiones se pierden en la espesura del cereal sin que, a pesar del trabajo de los perros, se consiga disparar sobre ellos de forma certera.

En la montaña, especialmente en los cotos situados en la zona norte, apenas ha nevado, lo que está permitiendo dar numerosos ganchos y monterías. El monte está en perfectas condiciones con las últimas lluvias y conserva, a pesar de la sequía del verano, abundante alimento en forma de bellotas y hayucos. También en Bierzo y Cabrera se están dando muy buenos resultados.

El peligro de accidentes

Por desgracia todos los años, coincidiendo con el apogeo de las monterías, nos llegan noticias desgraciadas de accidentes producidos en el monte. En esta ocasión han sido dos jóvenes gallegos los que han perdido la vida en sendos accidentes la pasada semana, uno en Pontevedra al dispararse su propia arma y otro en Lugo al recibir un disparo en el pecho de un compañero de cuadrilla. Parece ser que se había movido del puesto asignado sin comunicárselo al resto de monteros ni verbalmente ni mediante transmisor. Ante estos sucesos los responsables federativos advierten de que, a pesar de que la reglamentación es muy estricta, deben extremarse las precauciones. Tampoco debe cundir la alarma social, ya que no dejan de ser accidentes como les puede suceder a un alpinista o a un ciclista. En todo caso es preciso insistir en el uso de chalecos o ropa que haga más visible tanto al cazador como al montero.

La práctica cinegética, especialmente cuando se incorporan jóvenes con escasa experiencia, requiere normas muy estrictas. Es necesario llevar el arma descargada siempre que se transite por el monte tanto hacia los puestos como al abandonarlos. También es conveniente activar el seguro cuando se permanece a la espera, pues sobra tiempo de quitarlo cuando aparece la pieza y se apunta el arma. Hay que disparar tan solo cuando la pieza es perfectamente visible y reconocible, evitando hacerlo sobre matas que se mueven o bultos sin identificar. Ni que decir tiene que el jefe de la montería ha de colocar los puestos de forma que se eviten las trayectorias rasantes o con posibles rebotes. Abandonar el puesto cambiando de posición, sin comunicárselo a los puestos contiguos, conlleva un grave riesgo para el cazador, al igual que hacerlo antes de que se dé por finalizada la montería o el gancho. En todo caso conviene recordar que la caza, tanto menor como mayor, estadísticamente es un deporte muy seguro, siempre que se compare con otros deportes y con el número de personas que lo practican cada fin de semana.