Diario de León

Guardiola, querido enemigo

El regreso de Pep, un mito del barcelonismo, reabre viejas heridas.

Guardiola celebra la remontada del Bayern ante el Oporto en la eliminatoria anterior.

Guardiola celebra la remontada del Bayern ante el Oporto en la eliminatoria anterior.

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p. ríos | barcelona
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En los últimos días, a medida que se ha ido acercando el Barça-Bayern de la ida de la semifinal de la Liga de Campeones, dos líneas de opinión han ido apareciendo en el entorno azulgrana. La primera: la defensa pública a ultranza de Guardiola, mito de los banquillos aunque sea a costa de manchar la autoridad actual de Luis Enrique, que no tendría nada que ver con el asunto pero que recibe de rebote. La segunda: recordar que cuando se fue en 2012 fue para «no hacernos daño», como él dijo en rueda de prensa, algo que eleva a los altares de la bondad al entrenador y que deja por los suelos a los futbolistas, siempre con fama de caprichosos y rebeldes.

De repente, un año después del 5-0 global encajado en la semifinal ante el Real Madrid, se recuerda a diario que el 1-0 del Bernabéu fue injusto por el fútbol realizado por el Bayern y que en el humillante 0-4 de Múnich Pep Guardiola se traicionó a sí mismo al apostar por un fútbol más directo, tras escuchar los deseos de los pesos pesados de su vestuario. Curiosamente, se sucede en las horas previas a esta gran cita futbolística la repetición de otro concepto: desde la crisis de Anoeta, en el Barça Luis Enrique pinta muy poco y Messi, Suárez y Neymar han hecho un frente común, liderados por el argentino, para torearle y asumir las riendas de la forma de jugar y de las victorias. Respecto a la relación de Pep Guardiola con los jugadores que tuvo a sus órdenes, siempre se ha comentado que en los últimos meses de aquella temporada 2011-12 se rompió la química que existía desde 2008. Nunca trascendió la lista oficial de las bajas que pedía, pero periódicamente se habló de que quería echar a Alves, Piqué, Cesc y Villa, entre otros. No, a Messi nunca quiso despedirle. Si bien, entre la plantilla aún hay cuentas pendientes y quieren demostrar que fueron ellos los artífices del éxito. Y no Pep.

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