Diario de León
Publicado por
Desde mi jubileo JESÚS Alañá
León

Creado:

Actualizado:

P ermitidme que hoy empiece mi columna con dos citas. Una es de Joan Manuel Serrat (uno de mis poetas preferidos)…

«De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las calles en volandas, y nos sentimos en buenas manos; se hace de nuestra medida, toma nuestro paso y saca un conejo de la vieja chistera… y uno es feliz como un niño cuando sale de la escuela».

La otra es de Pablo Neruda: «Puedo escribir los versos más tristes esta noche…»

Pero no es el momento de lo último. La vida periodística, hoy, me ha besado en la boca doblemente. Sé que a Ángel Fraguas (y a otros compañeros de Diario de León) les gustaría que diera más caña literal en lugar de la caña que pueda estar detrás de lo que voy a contaros, pero allá ellos...

El miércoles tuve la oportunidad, que agradezco (vista la ingratitud de otros), de compartir con los trabajadores de Diario de León el buen rato de una comida en la que, celebrando los 110 años del Diario de León y, como profesional de la información, he seguido aprendiendo lo contrario de lo que otros sólo me han enseñado (porque sus trabajadores y sus directivos han estado ahí, mientras los de otras empresas se esconden en la falsedad de rechazar la crítica con la ‘miseria’ de no invitarte a sus celebraciones).

Pero he aprendido, sobre todo, de una persona a la que yo mismo (siendo un niño) escuché y leí muchas veces. Se llama Lamberto, se apellida Martín y dice que uno es periodista hasta su muerte, aunque siga aporreando las teclas de su vieja Olivetti (ésa cosa que se llamó máquina de escribir) firmemente convencido de que si algo que hay que tener en cuenta a la hora de contar las cosas del deporte es el ritmo que el teclado le imprime al sentimiento, porque el ritmo es transmisión del sentimiento...

No deseo que mis compañeros del Diario de León (no sólo el área de Deportes, sino todos ellos) se sientan ofendidos. Nada más lejos de mi intención. Estas líneas son sólo el deseo de que (cuando ellos y yo tengamos los 82 años de Lamberto) tengamos esa misma claridad de ideas que me ha permitido (en nuestro camino común por la acera de Padre Isla) percibir y sentir que sigo siendo el pobrecito hablador y escribidor que le escuchaba y le leía hace tantos años sin darme cuenta de todo lo que podía aprender de él en el clac-clac de esa vieja máquina de escribir a la que no quiere renunciar porque su ritmo le da la vida periodística que muchos (yo mismo) echamos de menos.

Hoy no puedo, no quiero dar ‘caña’… Hoy Lamberto, Lamberto Martín, 82 años de los 110 de vida del Diario de León, me ha dado la mejor lección de vida periodística deportiva que nunca me hayan dado: el periodista lo es hasta que se muere… Lamberto se merece un homenaje, sobre todo en una época en la que (hoy me ha enseñado todo) desde el periodismo deportivo en particular y desde el periodismo en general se nos ha perdido esa brújula de la ‘Olivetti’ que nos obligaba a pensar en nuestra independencia en vez de pensar en los intereses de quienes ‘mandan’ o quieren ‘mandar’.

Quiero morir periodista, como Lamberto (y larga vida le deseo con otra canción de Serrat que pido perdón por parafrasear). «Tío Lamberto... Qué suerte tienes, «cochino». En el final del camino te esperó la sombra fresca de una Olivetti de 40 años donde olvidar todos y cada uno de los desengaños de 10 lustros de letras, Tío Lamberto».

tracking