El triunfo del trabajo

H emos asistido estos días al Campeonato del Mundo de Francia, que ha tenido un desenlace vamos a decir esperado. La selección local se alzó como dominadora mundial del balonmano, al igual que hace dos años hiciera en Qatar. También estas semanas hemos asistido a numerosas muestras de marketing por parte de la Federación Francesa para vender el Mundial, y por ende el balonmano. Lonas en los Campos Elíseos, carteles por todas las ciudades, iluminación en el Arco del Triunfo, bocas de metro que imitaban a porterías, y un largo etcétera de acciones. Pabellones con buenas entradas en la primera fase y completamente llenos a partir de octavos, además de la calidad de los mismos. Todo esto, unido al triunfo deportivo con bastante suficiencia por ‘Les Experts’ hacen que la sensación que nos dan desde Francia es que allí sí que hacen bien las cosas, no como en otro lugares, y más en concreto por aquí por nuestro país.

Voy a discrepar de esta sensación; cierto es que el modelo francés funciona, sus centros de tecnificación, su modelo de liga nacional, su tipología de jugadores de alto rendimiento que siempre cumplen con la selección, auténticos portentos físicos que, además, tienen un estilo de juego definido y eficaz que les coloca como dominadores globales en los últimos años.

Pero también es cierto que no podemos ver todo lo bueno de los demás y sólo lo malo nuestro. España tiene posiblemente el juego y el estilo más definido de todas la selecciones, todos los rivales quieren evitar a los ‘Hispanos’ por sus peculiaridades con respecto a los demás, y por algo será. Seis entrenadores nacionales dirigían a seis equipos nacionales en este campeonato. Y con nuestro balonmano, sin las mejores condiciones físicas, sin la mejor liga y sin el gran marketing, tenemos dos estrellas y no paramos de formar jugadores. Por algo será.