Diario de León

El reportaje de la semana

El hombre que pule la cantera del Ademar

Con cerca de 140 jugadores repartidos en nueve equipos, las categorías inferiores del club marista son hoy una de las joyas que brillan con luz propia dentro del balonmano español. Al frente está Diego Dorado, segundo de a bordo de Rafa Guijosa.

El contacto de los canteranos con el primer equipo es constante, e incluso algunos jugadores comparten entrenamientos con ellos.

El contacto de los canteranos con el primer equipo es constante, e incluso algunos jugadores comparten entrenamientos con ellos.

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«Más que ganar, buscamos que los valores del deporte se fomenten entre los jóvenes». Así resume su labor Diego Dorado dentro de la cantera del Ademar, una de las joyas de la corona del balonmano español que hoy brillan con luz propia. Acostumbrado a ‘batirse en duelo’ con las grandes estrellas del primer equipo y a moldear después a muchos de los que están llamados a liderar este deporte en un futuro cercano, el segundo de a bordo de Rafa Guijosa vive por y para la que considera su pasión. «Trabajo todo el tiempo y aún así muchos días me faltan las horas», confiesa. Él es la cabeza visible de los 140 deportistas que forman parte de alguno de los nueve conjuntos que dan vida a la cantera marista. Pero no está solo. Su particular equipo —compuesto por varios entrenadores jóvenes— deja patente que la formación en las categorías inferiores del conjunto leonés se enfoca también a los banquillos.

«Cuando llegué aquí había entre tres y cuatro entrenadores de cantera. Ahora no hay ninguno». La crisis se llevó por delante parte de la estructura que sustentaba al Abanca Ademar. Pero lejos de arrojar la toalla, Dorado convirtió el problema en una oportunidad. «Le abrimos las puertas a chavales para que diesen sus primeros pasos como técnicos dentro de lo que llamamos Escuela de Entrenadores». Algunos de ellos —asegura sin dar nombres— dirigirán a equipos de élite algún día. Lo mismo que muchos jugadores. «En tiempos de vacas flacas la cantera se antoja aún más vital y el haberla trabajado previamente ayuda a que dé frutos antes». Los resultados no son lo único, pero el objetivo del club es formar jugadores para el primer equipo. «Para ellos es importante acumular experiencia en competiciones importantes». En este sentido, el Ademar puede presumir de tener jugadores convocados en todas las categorías inferiores de la selección española.

La disciplina, el orden táctico, el respeto al rival, el esfuerzo colectivo, la entrega y el compañerismo son algunos de los pilares básicos que sustentan los cimientos de un club que jamás ha olvidado sus orígenes. «Al fin y al cabo es lo mismo que se trabaja con el primer equipo, pero sin que el componente ganador sea tan relevante como exige la élite», insiste el responsable de la cantera marista. El contacto con la primera plantilla es constante. «El balonmano es diferente a otros deportes, mucho más cercano», dice. Aquí es normal que los jugadores compartan experiencias, conocimientos e incluso entrenamientos con los canteranos. Juanín García es uno de los habituales e incluso se atreve a dirigir algunas sesiones.

Para los más jóvenes, «mirarse en el espejo del primer equipo es una motivación». Saben que llegar al último escalón es complicado, pero no imposible. No con Guijosa. «Rafa tiene un contacto continuo y no duda en tirar de ella cuando lo cree necesario». Pero el paso a la máxima categoría es siempre complicado. «Nosotros no somos una fábrica de crear estrellas, sólo tratamos de que maduren y que sus procesos de formación sean completos».

Una sede para todos

Uno de los grandes problemas a los que se enfrentan Dorado y los suyos cada día es la falta de una sede fija que agrupe a todas las categorías. Los chicos se ven obligados a repartirse por diferentes pabellones. Maristas, el hispánico, el CHF, Ventas Oeste, Gumersindo Azcárate o el Quevedo son solo algunos de los ‘lugares de trabajo’ donde se forma la cantera del Abanca Ademar. «Es una locura para los padres», admite Diego, no sólo por los desplazamientos sino también porque los horarios son complicados. «Al final estamos sujetos al resto de actividades que tiene cada cancha y cuadrar todo es realmente difícil». La «solución» a todos, o al menos a parte de los problemas, se encuentra en el futuro pabellón que el club tiene en mente proyectar en la Lastra. «Sería una construcción básica para la cantera», recuerda Dorado, consciente del esfuerzo que la directiva está haciendo para sacarlo adelante. El propio Cayetano Franco —presidente de la entidad— admitía hace apenas unos días que hará lo posible por tenerlo listo antes de acabar su mandato. «Sería muy importante para la base». Si los plazos se cumplen, al final de esta temporada el proyecto definitivo podría cerrarse «porque ya estamos muy avanzados con el Ayuntamiento en cuanto a la cesión de los terrenos. Cuando tengamos eso, podremos dirigirnos a las empresas para decirles aquí hay un local de tantos metros y vale esto. Afortunadamente hemos tenido varias peticiones. Ya hay cinco o seis compañías que se quieren instalar ahí», matizó el presidente. «Deportivamente sería un paso de gigante para el club», recuerda Diego Dorado.

Al margen de entrenar, dos de las rutinas de trabajo del técnico asturiano se centran en la gestión de toda la cantera y en ver el mayor número de partidos posibles. Todo ello sumado al día a día con el primer equipo. «Aprendo constantemente, estar aquí en el Ademar enriquece a cualquiera que tenga ganas de trabajar», finaliza.

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