Diario de León

CAROLINA RODRÍGUEZ BALLESTEROS / GIMNASTA. DOCE VECES CAMPEONA DE ESPAÑA Y DIPLOMA OLÍMPICO

«Para alcanzar el éxito tienes que saber levantarte cada vez que caes»

Lugar: Club de Prensa de Diario de León (Gran Vía de San Marcos esquina calle Fajeros) / Hora: 20.00

Carolina Rodríguez ha hecho historia en la gimnasia rítmica española con sus éxitos y trayectoria. RAMIRO

Carolina Rodríguez ha hecho historia en la gimnasia rítmica española con sus éxitos y trayectoria. RAMIRO

León

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Pocas deportistas encarnan como Carolina Rodríguez (León, 1986) el espíritu de superación y trabajo. Estandartes de una campeona con letras mayúsculas que hoy levanta el telón a las Jornadas del Deporte Leonés que organiza Diario de León (Club de Prensa, 20.00 horas) y que durante ocho entregas mostrarán al público a otros tantos deportistas ejemplares con sangre leonesa.

—¿Qué supone para ti el ser una referente del deporte leonés y en especial de la gimnasia?

—Un orgullo. Aunque nunca quise serlo sino poder hacer realidad mis sueños, el de una niña a la que la gimnasia cautivó y que durante más de dos décadas la ha practicado. Para mi este deporte me ha aportado muchos valores y también una forma de ver la vida. El ver que gracias a ti otras niñas se esfuerzan e intentan hacer realidad sus sueños es algo maravilloso. Y también una motivación.

—¿Qué llevó a una niña como tú a decidir que querías hacer gimnasia rítmica?

—Si te he de ser sincera, a través de la televisión. Quería ser como las gimnastas que veía a través de la pantalla e intentaba imitarlas. Luego también influyó mucho que mi hermana era animadora del Elosúa y precisamente la que durante tantos años ha sido mi entrenadora y madre deportiva, Ruth Fernández, era la que les hacía las coreografías. Recuerdo que fue un día, el 28 de enero de 1994, cuando probé y parecía que las cosas salían bien. A la semana siguiente ya formaba parte del equipo de competición del Club Ritmo y de ahí a seguir creciendo en este deporte hasta nuestros días. Incluso he llegado a ser olímpica.

—¿Qué te ha aportado la gimnasia rítmica?

—Muchas cosas. Una un proceso madurativo notable. He pasado de ser una niña a una mujer practicando este deporte. Tal vez el poder practicar la gimnasia me ha llevado a madurar antes que muchas otras niñas de mi edad. También otros valores como el compañerismo, el saber estar, el luchar por superar las adversidades y los límites psicológicos... Tampoco debo olvidar el trabajo en equipo. Es cierto que la gimnasia tiene también una vertiente individual pero no hay que olvidar la faceta de grupo que te hace mejorar y crecer. Y comprobar que en la vida las cosas se consiguen con esfuerzo y perseverancia.

—Llegar a lo que tú has hecho en la gimnasia rítmica es algo que no está al alcance de muchos deportistas. Y menos mantenerte tantos años. ¿Cuál es tu secreto?

—El saber mantenerme siempre en el punto de origen. Ganar es muy bueno, y algo que no se te olvida nunca, pero cuando acabas la competición debes saber que no puedes quedarte ahí y que tienes que seguir trabajando como si fuera el primer día. Siempre se aprende algo y se mejoran las cosas. También es necesario mantener la ilusión y humildad. Puedes estar arriba pero también hay otras muchas deportistas que luchan por lo mismo y que tienen la misma entrega e ilusión que tú. Por eso no debes quedarte en lo que has logrado. También hay que tener en cuenta la presión que siempre te rodea cuando estás arriba. Tanto por lo que te rodea como por la que tú misma te puedes imponer. En ese caso tienes que intentar superarla. Con tu fuerza mental, trabajo y también con las personas que te rodean. Y ahí junto a tu familia y compañeras tengo que hacer una mención especial a Ruth Fernández, mi entrenadora de toda la vida y mi madre deportiva. Los éxitos a veces tienen un nombre pero también llevan consigo a otros protagonistas. Y en los míos Ruth ha tenido mucho que ver.

—De tantos y tantos años en la gimnasia y buena parte de ellos en la élite, ¿guardas algún momento en especial?

—Momentos buenos he tenido muchos... y también malos. De todos se aprende. En el caso de los buenos recuerdo con un cariño muy especial mi primer Nacional, fue emocionante como lo viví. También los otros que luego he ido acumulando han supuesto un orgullo. Pero no hay nada comparable con unos Juegos Olímpicos. Y menos como los de Río de Janeiro, que fueron mis terceros, que viví con una intensidad brutal. Por muchos motivos como el hecho de que iban a ser los últimos para mí antes de retirarme, pero también porque los afrontaba con 30 años y en un momento muy especial para mí. Además la guinda llegaba con el diploma olímpico. Fue un momento irrepetible. Otra alegría inmensa para mí fue el Mundial de Stuttgart en 2015 cuando con una actuación muy buena me ganaba la plaza para los Juegos.

—Los malos tal vez han sido las lesiones.

—Desde luego. Para un deportista siempre lo son porque te llevan a parar y a veces cortan una trayectoria. En mi caso he pasado por dos cirugías importantes, roturas musculares y de espalda. Pero por suerte he podido superarlos a base de tesón. Otro momento duro, en este caso a nivel personal, fue la muerte de mi hermano en accidente de tráfico. Y nuevamente en el plano deportivo cuando en su día la Federación decidía prescindir de mí. En este caso también a base de tesón y trabajo demostró que seguía teniendo cuerda para rato. Y para disputar dos Juegos Olímpicos como Londres y Río.

—¿Qué se siente cuando todas las rivales, incluso las rusas, alaban tu trabajo?

—Una felicidad tremenda. Es cierto que cada una buscamos hacerlo lo mejor posible pero también valoramos y apreciamos lo que hace el resto. En mi caso con un estilo diferente he demostrado que soy capaz de luchar codo con codo con ellas. Y eso siempre lo han valorado.

—La escuela leonesa encabezada por el Ritmo y por tí se ha erigido en el referente de la gimnasia española.

—El Club Ritmo está haciendo desde hace tiempo un trabajo envidiable, desde Ruth al resto de entrenadoras y las propias gimnastas. Por eso me siento muy orgullosa de llevar su nombre.

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