Ademar topa con la realidad

León conoció ayer un firme candidato al título de Liga. El mismo rival que quitó de la boca el caramelo del primer título, la Supercopa, sacó a la escuadra de Cadenas de la carrera por el segundo. Portland San Antonio demostró cómo se juega con temple, defendió fuerte, pero sin necesidad de pegar más allá de lo justo, se sobrepuso a un ambiente ejemplar y puso el ingenio que emana de sus figuras al servicio del balonmano. León, no. Tuvo portería sólo medio partido, sigue sin resolver dudas básicas en torno al sistema defensivo más conveniente, ataca por impulsos, juega con dos laterales, uno (Metlicic) incluido en la nómina de los diez mejores jugadores del mundo y otro (Kjelling) con una cláusula de rescisión importante a los que no se les puede haber olvidado jugar, pero el caso es que no lo hacen -¿por qué?- y en resumen, salvo por la parte que toca al público, que devolvió al equipo al partido cuando andaba ya groggy por la pista, por pocos méritos más debía ganar Ademar un partido que siempre dominó Pamplona. El sorteo de pistas cambió la orientación tradicional del ataque de Ademar. Sólo eso bastaría al supersticioso para explicar por qué en el minuto 21 de partido, Ademar sólo había anotado 9 goles. De no mediar el trabajo fortísimo de Juancho y Calbry en el centro del 6-0 navarro, la película pudiera haber sido otra. Pero como el 5-1 de León tenía otro tono bien distinto (Alberto Martín lo agradeció con 7/8) y a la vista de que Kasper anotaba tres paradas por todo acierto bajo palos, casi es anecdótico que jugando en superioridad, León se metiera en un mal registro (7-9) con 20 minutos escasos en el reloj. El crédito de Armand Torrego para Cadenas se agotó en cuatro lanzamientos contados, y a la vista de que el retorno de Kasper a cancha no sirvió de mucho, la primera parte murió con -3 en el marcador y silencio en la grada, mucho silencio. Y eso que Portland había sufrido el doble de exclusiones que Ademar. Para que Ademar hiciera un par de goles a la vuelta del descanso, hubo que consumir 10 minutos de reanudación. Confluyeron dos momentos básicos, uno en el espacio (la apuesta en primera línea por Kjelling, Entrerríos y Metlicic) y otro en el tiempo (que la grada se negara a entregar el partido pese al 17-20 con un cuarto de hora por delante) y aprovechando que Ortigosa y Juancho dejaron a San Antonio con cuatro en pista, Juanín reclamó para sí el papel que pedía el partido, y masacró a Rivero. Aún con dos exclusiones inoportunas de Colón, el extremo internacional leonés levantó el partido (23-22). Equísoain revolucionó el banquillo. Puso a jugar juntos a Jakimovic, Jovanovic y Garralda, y esperó a que dos resbalones inoportunos engordaran el casillero de balones recuperados de Richardson. Fue después de que el canto de sirena final (26-25) muriera a los efectos de la presión.