Diario de León

El escalador que emocionó a Anquetil

Publicado por
Carlos de Torres
León

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Julio Jiménez, una de las referencias históricas del ciclismo español, el escalador abulense que dejó su sello en el Tour, Giro y Vuelta con gestas en agónicas subidas y temerarias bajadas, falleció en el interior de un coche después de colisionar contra una pared.

"El relojero de Ávila" tenía 87 años y una leyenda ciclista tras de sí, pero su bondad y su sentido de la amistad probablemente fue muy superior a su palmarés como corredor, donde, entre otros logros, firmó 5 etapas en el Tour, con 3 reinados de la montaña, 4 en el Giro y 3 en la Vuelta, donde hizo triplete como mejor escalador.

En aquellos tiempos duros, el aprendiz de relojero se hizo profesional del ciclismo a los 25 años y comenzó a destacar en 1960 con sus primeras victorias. En 1962 fichó por el equipo belga Faema, donde había corrido anteriormente Bahamontes, donde obtuvo 4 victorias.

Brilló en el Kas y le llamó Anquetil, quien fue su amigo

En 1964 recaló en el Kas dirigido por Langarica y llegó su explosión. Fue séptimo en el Tour, donde debutó con 30 años y 2 triunfos de etapa, y quinto en la Vuelta con título de la montaña y 2 etapas. Además se proclamó campeón de España en ruta.

Su capacidad para la escalada se reflejó en 1965 con el premio de la montaña en Tour y Vuelta. De inmediato pasó al equipo de Jacques Anquetil, cinco veces ganador del Tour, con el cual forjó una gran amistad, mantenida con sus sucesores hasta la actualidad.

La cima de su carrera llegó en 1966. En el Giro de Italia lució la maglia rosa 11 días, pero finalmente fue cuarto de la general y segundo en la montaña.

"Aquel año Anquetil me dijo que dejara la maglia rosa para que controlaran otros equipos y luego recuperarla. No le hice caso y me arrepentí porque por eso perdí la carrera".

Su mejor puesto en el Tour de Francia llegó en 1967, segundo clasificado, año que implantó la participación por selecciones nacionales en lugar de por equipos. El francés fue Roger Pingeon.

En 1968 ganó 2 etapas en el Giro y se clasificó décimo, y en 1969 se retiró del mundo profesional tras 10 años en activo.

El Ventoux, el recuerdo de Simpson y el baño de agua fría

Un 13 de julio DE 1967, "El relojero de Ávila" coronó en solitario la cima del Mont Ventoux y se dirigía a la meta de Carpentras. En el llano le capturó el grupo de perseguidores y el triunfo se lo llevó el holandés Jan Janssen.

Por detrás se había consumado la tragedia. Tom Simpson, nacido el 30 de noviembre de 1937 en Haswall, dio su última pedalada en «el horno» del Ventoux, en cuya cuneta una escultura aún recuerda una muerte que heló la sangre del pelotón.

Julio aquel día tuvo una pena doble que comentó en su día con EFE. Perdió la etapa y a un amigo.

"Hacía un calor horrible, pero nos quedamos todos helados. Había compartido escapadas con él y manteníamos una buena relación. Era campeón del mundo, una gran persona y un gran corredor. Le recuerdo como un tío majo, pero muy callado, muy inglés«, rememoraba Jiménez, quien coincidió con Simpson en viajes y en varios criteriums.

Lo más doloroso fue la muerte de Simpson, pero el episodio del cubo de agua fría perduró en Julio Jiménez para siempre. La etapa era suya, pero algo raro sucedió.

"Iba subiendo escapado y me alcanzó Poulidor, con quien tenía que discutir la etapa. Mi director, Langarica, me dijo que le atacara, y en ese momento, a 100 metros de la pancarta, salió un espectador de la cuneta y me tiró un cubo de agua fría en el estómago. Me descolocó por completo y el francés aprovechó para esprintar y ganar. Cogí un cabreo tremendo".

Era una de las mil "batallitas" que contaba el entrañable Julio Jiménez, para siempre un rey de la montaña, pero ante todo un hombre bondadoso, dispuesto siempre a ayudar, quien virtió su experiencia como comentarista de radio. "Vivió siempre a su manera, y con eso me quedo", recuerda su paisano Carlos Sastre, ganador del Tour 2008. El ciclismo español se queda sin uno de sus grandes referentes. Un grande.

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