Diario de León
Antoine Griezmann celebra el gol del triunfo del equipo madrileño frente al Athletic. JUAN CARLOS HIDALGO

Antoine Griezmann celebra el gol del triunfo del equipo madrileño frente al Athletic. JUAN CARLOS HIDALGO

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Al borde del minuto 73, en seis segundos de carrera, en cinco toques, con una internada imponente que empezó en su medio campo y retomó después con una conducción inalcanzable con la que rebasó toda la estructura defensiva del Athletic Club, Antoine Griezmann marcó ayer la diferencia a favor del Atlético de Madrid, ganador de su cuarto partido en las últimas cinco jornadas para consolidar su cuarta plaza (1-0).

Porque el internacional francés, que le ha marcado 14 goles al Athletic Club, el de la victoria de ayer, pero también el del triunfo en la primera vuelta en San Mamés, igualmente por 0-1, cambió el rumbo de un partido aplacado en el empate, por los porteros, Jan Oblak en los locales y Julen Agirrezabala en los visitantes, y por la falta de precisión en los últimos metros, hasta su irrupción definitiva, una de tantas de un goleador histórico.

Una pesadilla también insistente para el Athletic, que jugó para más de lo que logró en el estadio del Atlético de Madrid. Ya sea en el actual Metropolitano o en el desaparecido Vicente Calderón, el conjunto bilbaíno no ha ganado en sus trece últimas visitas al terreno del grupo que dirige Diego Simeone, en un crecimiento constante desde que reanudó la competición tras el Mundial 2022, a dos puntos ya del tercer puesto, con el derbi a la vista.

El Athletic propuso desde el principio en el Metropolitano. Demostró ambición, pisó con más asiduidad incluso que el Atlético el campo contrario en todo el primer tiempo, llegó hasta los tres cuartos de campo con unas cuantas prometedoras combinaciones... Y falló el último pase, el último regate, el último desmarque, hasta en algún momento en el remate final, como Sancet al borde del descanso, en la zona que lo define todo, en el lugar donde Reinildo también se cruzó providencial en dos ocasiones, una hasta milagrosa.

El lateral mozambiqueño es una roca en defensa. Ha recuperado su esplendor. No lo ha hecho todavía del todo Yannick Carrasco, por momentos brillante, por momentos un futbolista embarullado en sus propias cualidades, indudables siempre, menos visibles desde la vuelta del Mundial 2022. O quizá antes. Corre, insiste, amaga, pero apenas desborda. Todo se queda en una expresión reducida de todo lo que puede, debe ser y fue el extremo/carrilero campeón de Liga con el Atlético hace menos de dos años. Ahora juega ya de extremo claro, pero es justo cuando menos desborda con un giro individual en el frente ofensivo, por más que las dos únicas ocasiones de todo el primer tiempo y más allá del Atlético llevaron su nombre, en su reencuentro con la titularidad más de un mes después. Desde el 0-1 con el Barcelona no formaba en la alineación inicial.

En un partido equilibrado, en el que nadie renunciaba a nada, con dos equipos dispuestos para tomar ventaja, para atacar más que para defender, la réplica en el otro área la dio Jan Oblak, cuando sacó una mano derecha magnífica para negar el 0-1 a Nico Williams en el duelo individual frente al portero esloveno, crucial en el ‘nuevo’ aspecto de su equipo, por primera vez exigido por el Athletic. La otra gran ocasión anterior, antes del intermedio, la malgastó alta Sancet. Y, entonces, con el encuentro ya lanzado surgió Griezmann.

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