Diario de León

El cangrego rojo podría ser vehículo transmisor de la enfermedad que afectó a las liebres en 1997

La amenaza de la tularemia

En diciembre de 1997 el mundo cinegético se conmocionó con la aparición de una rara enfermedad en las liebres que se transmitía a los humanos por m

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P. Vizcay - LEÓN.
León

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La investigación, llevada a cabo por el doctor Julio Ordax médico de atención primaria y epidemiólogo, y publicada en el número de marzo de la revista Quercus, pone de manifiesto la existencia de un caso clínico correspondiente a una mujer en Meneses de Campos, Palencia. Esta persona acudió al médico por encontrarse febril y cansada desde el día anterior. Pensando en un simple panadizo se le prescribió penicilina oral que no surtió efecto tras varios días de tratamiento. A la vista de ello, y teniendo en cuenta otros casos de tularemia en la zona, así como un brote aparecido en la provincia de Cuenca asociado a la pesca del cangrejo rojo americano, se solicitó un estudio microbiológico que dio como resultado la presencia de tularemia que remitió con el tratamiento adecuado. La mujer había manipulado cangrejos pescados por su hijo en el arroyo Aguijón y uno de ellos le había producido una pequeña lesión al lavarlo y «caparlo». Las personas que consumieron los cangrejos, sin embargo, no se contagiaron de la enfermedad. La sospecha clínica fue comunicada al Servicio Territorial de Medio Ambiente que procedió a tomar muestras del agua y de cangrejos que fueron examinados con resultados negativos hacia la presencia del microbio. El hecho de que no exista enfermedad en el agua y sí en tierra y más concretamente en liebres, topillos o conejos permite pensar que el cangrejo pudo haberse contaminado en las incursiones que este crustáceo realiza por el campo. Los cangrejos autóctonos no abandonaban el medio acuático, pero los americanos, lo mismo el rojo que el señal, salen con frecuencia del agua tanto para alimentarse como para desplazarse hacia otros ríos arroyos o charcas. La práctica desaparición del cangrejo de río, contaminado por el hongo de la afanomicosois, del que es portador el americano, fue un duro golpe para los miles de aficionados, a veces familias enteras, que disfrutaban con la pesca y el consumo de este sabroso crustáceo. La salud de los cauces fluviales también se resintió pues la ausencia de este consumidor de detritus y vegetales privó al hábitat de su mejor «recogedor de basura». Los pescadores nunca se resignaron a perder el cangrejo y, aprovechando la venta en vivo del rojo en las pescaderías, repoblaron de forma generosa los cauces. Ahora muchos ríos y arroyos de las zonas bajas tienen abundantes poblaciones que impiden introducir de nuevo el autóctono, ya que mientras haya rojos nunca desaparecerá el hongo mortal. Con una cierta prudencia y aprovechando experiencias europeas, se ha tratado de introducir el cangrejo señal, especie también americana y portadora del hongo, pero de mayor calidad. Los resultados están siendo satisfactorios en provincias como Soria o Burgos donde se abre todos los años la veda. En León, pese a que ya existen poblaciones estables, se mantiene la prohibición a la espera de evaluar la consolidación de las poblaciones y su correcta reproducción. La normativa permite la pesca del rojo en las zonas autorizadas desde el 29 de junio al 31 de diciembre sin limitación de cupos y de tallas. Para el señal se arbitrará una normativa específica que será publicada en su día.

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