La experiencia del Che permite a la Montaña revalidar el título

La Lucha Leonesa celebró ayer el cierre de la temporada 2003 con el tradicional corro entre los de la Ribera y los de la Montaña donde los capitaneados por Héctor García tuvieron por segundo año consecutivo el título de campeones gracias a la incombustible labor de un clásico en este tipo de enfrentamientos, Che Escanciano. Este clásico enfrentamiento en el que se medían treinta luchadores en cada uno de los bandos, gracias a Juan Manuel García en la categoría infantil, que consiguió tirar a cuatro luchadores, los de la Montaña comenzaron a cobrar la primera ventaja. Emilio José Cano puso freno a esta desventaja y con cinco rivales derrotados, lo que a la postre le valdría para llevarse el premio del mazapán, que se otorga al que más rivales tira, logró poner las cosas igualadas, trascurriendo el resto de los enfrentamientos de juveniles con mucha igualdad en ambos lados, lo que permitió llegar a lo fuerte del compromiso en la contienda igualados. Los de la Ribera comenzaron a apretar el acelerador y con Víctor Oblanca, Luis Ángel Rodríguez e Iván Sánchez, inclinaron la balanza a su favor ya que fueron siete los rivales que cayeron del lado de la Montaña. Tuvo que llegar Félix Valladares para poner algo de lógica a este desajuste montañés. Y tras dar cuenta de cuatro ribereños volvió a poner las cosas igualadas en ambos conjuntos. A partir de este momento, los rivales de uno y otro bando iban saliendo pero no fue hasta la llegada de pesados donde el resultado favorable y el título casi en el bolsillo se veía en manos de los dirigidos por Fernando Getino. Abel Isaí Cabero dio cuenta de Eduardo Díez, lo que dejaba a los montañeses con tan sólo «Che» para intentar conquistar el Gallo ante cuatro rivales, pero esto no fue obstáculo y el de Prioro dio la alegría a la montaña.