Salvio, in memoriam

HA MUERTO SALVIO. Me dieron la noticia en una tarde neblinosa y gris, con la lluvia repicando sobre las extrañamente serenas aguas del Cantábrico. Santander, al lado del Sardinero. Tarde fútbol; muerte de un hombre que dedicó muchas horas al fútbol, a la Cultural. Largas horas, días de escaseces extremas. Porque Salvio Barrioluengo, hombre siempre activo, siempre entregado a tareas que acreditaban su ser y su estar como leonés. Fue también un hombre del fútbol. Del barrio popular y populoso del El Ejido, con Jesús Divino Obrero como estandarte de muchos quehaceres, de muchas obras iniciadas y terminadas felizmente. Abad vocacional de la cofradía a la que entregó, como a la Cultural, tal vez lo mejor de su acervo humano. Siempre remando contra corriente, siempre perseverante. Fue un importante eslabón en la cadena de Presidente que hicieron posible la continuidad de la Cultural. Tiempos de auténticas vacas flacas, cuando el subsistir era principio y fin de cada temporada. Buscando, pidiendo, procurando la pervivencia de un club que había llegado a sus manos en situación agónica. Primero vivir, luego resistir, después intentar entregar el testigo a un nuevo timonel con el barco milagrosamente a flote. Luis García, Toribio Morán, Luis Fernández, Salvio Barrioluengo..., todos dieron más de lo que podían; todos luchando contra la precariedad, mar turbulento que amenazaba con engullirse la nave, que finalmente pudo llegar a la prometedora orilla de ahora por su tenaz, denodado, apasionado esfuerzo. Dijo Pemán, en ocasión de la muerte de Marquina: España es el País de los grandes entierros, de las bordadas alabanzas en el último adiós. Lejos de mi ánimo ha estado, y sigue estando, ser trasunto de la frase del gran poeta y dramaturgo andaluz. Porque sentimiento y reconocimiento aún siguiendo caminos paralelos, son en estas ocasiones marcadamente diferentes. Sentimiento en el adiós a un hombre bueno. Reconocimiento a lo realizado en muchos campos, en muchas facetas, aunque en este recordatorio quiere únicamente circunscribirse a su paso por la Cultural. Porque es de justicia, porque así lo viví, bastante de cerca, en las difíciles andaduras de los Presidentes citados, quienes en su momento no pudieron ver el fruto de lo que aparentemente era oscuro trabajo, pero que ahora, en la distancia, en el nuevo amanecer culturalista demuestra haber sido piedras angulares de un edificio que no se llegó a caer por la suma aunada de su entrega, con el denominador común de su culturalismo, que es tanto como decir de su leonesismo. Y es que no sabría deslindar si lo hicieron, si trabajaron contra el viento de la necesidad extrema y la marea de críticas inmerecidas por leoneses o por culturalistas. Luis Blanco, Toribio Morán, Luis Fernández, Salvio Barrioluengo siempre en el recuerdo. Eslabones providenciales en la larga cadena culturalista, que hicieron posible la pervivencia del club para llegar a la realidad esperanzada, prometedora de hoy.