Diario de León

Un postrero gol de Savio acerca la final a un Zaragoza muy nervioso (1-1)

El Alavés fue mejor en la primera parte pero acusó el esfuerzo tras la expulsión de Turiel

Publicado por
Iñaki Lasa - vitoria
León

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Un postrero gol de Savio salvó a un alborotado Zaragoza de la derrota en Mendizorroza y le acercó a la final de Copa y, probablemente, a Europa. Cuando los vitorianos, exhaustos por el esfuerzo y la inferioridad numérica que provocó la expulsión de Teruel, casi festejaban un triunfo fraguado a base de trabajo, el brasileño cambió por completo el decorado de la eliminatoria. Víctor Muñoz no confió de inicio en los recién llegados Movilla y Dani. Puso en liza a un once que naufragó por completo en el primer período frente a un Alavés que no hizo una exhibición, pero le superó en colocación, orden, presión y sobre todo, intensidad. Los maños se situaron muy atrás, a verlas venir, y se mostraron incapaces de dar tres pases seguidos. El Alavés aceptó gustoso la iniciativa, pero siempre desde el respeto a un rival de rango superior, al menos por historia y categoría en la que ambos militan. El equipo vitoriano gobernaba el duelo por el medio, con Pablo de gran jefe, y por las bandas, con Iván y Edu Alonso, el charrúa y el bilbaíno, como estiletes. Tuvo la suerte, además, de traducir en gol su primera llegada peligrosa. Edu Alonso encontró una autopista por la derecha y su centro fue aprovechado por el croata Vucko, tras tocar antes el otro Alonso, también con la testa. El golpe pudo haber sido mucho mayor para el Zaragoza, quizá definitivo, si una espectacular volea de Iván Alonso, tras un medido pase de Pablo, no se hubiera marchado ligeramente desviada. No hubo más oportunidades antes del descanso, sólo imprecisiones, un quiero y no puedo aragonés y un control absoluto de los vascos. Debió de haber bronca de Víctor Muñoz en la caseta porque el Zaragoza salió con otra actitud en la reanudación. Con el debutante Movilla ya en la dirección, avanzó metros, presionó más arriba, no se peleó con el balón y tuvo cierta presencia. Sin mordiente Mientras tanto, el Alavés seguía a lo suyo, a presionar hasta la extenuación y a asustar de vez en cuando, como en un zapatazo de Eneko Romo. Al Zaragoza la faltaba mordiente y Víctor no esperó más para, con casi media hora por delante, sacar a Dani, inédito en los últimos once meses. Pero apenas apareció el catalán en un equipo nervioso y acelerado, tal y como evidenció Movilla con una entrada a destiempo a Vucko que debió ser roja y no amarilla. Sólo contra diez y en el instante final Savio, hasta entonces desaparecido, gozó de dos ocasiones y en la tercera selló un empate dorado.

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