Diario de León

El TAU hace buena su ambición para sumar un título muy sudado (81-77)

La lógica otorga a Ivanovic la victoria en una sufrida final ante un Joventut muy sólido

El hispano-argentino Scola se lleva la red de una de las canastas

El hispano-argentino Scola se lleva la red de una de las canastas

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Jorge Muñoa - sevilla
León

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El Tau volvió a llevarse la Copa del Rey, un título del que se ha vuelto asiduo con dos triunfos en las tres últimas temporadas, pero el festejo sevillano, que supone el cuarto entorchado vasco en la competición, le supo mejor que ningún otro y todo gracias a la esplendorosa actuación del Joventut y del MVP del campeonato, el impresionante Rudy Fernández. Una final siempre es una final. Son partidos que pocas veces, muy pocas, responden al patrón esperado. El Tau era el favorito y después de las demostraciones de intensidad y fuerza desplegadas en los cuartos y en semifinales la convicción generalizada hablaba de otro paseo alavés hasta el título. Quizá en otro escenario, quizá en otra ocasión, pero no en esta final y, menos aún, frente al Joventut, un equipo que también guarda poderío en los músculos y, además, también desarrolla un juego colectivo de gran altura. Por supuesto, el hambre de título era compartida, pero los vitorianos suman tres finales consecutivas y los badaloneses hacía ya seis años que esperaban una oportunidad así. No, el Joventut no iba a salir a que le degollaran sin más. El Joventut conocía las dificultades que le esperaban y salió dispuesto a vaciarse para apurar sus opciones hasta el final, preparado para sufrir, para apretar los dientes. El Tau, como siempre, se quitó el chándal y se lanzó como una máquina. Ni siquiera esperó un poco para echar el primer órdago de la tarde sevillana a su oponente (8-3, min 4). Los argentinos nacionalizados Luis Scola y Andrés Nocioni, dos depredadores, concretaron el zarpazo con cuatro puntos por barba. Daba la sensación de que el Joventut, como tantos otros, iba a estrellarse contra esa defensa inabordable de superhombres que veinticuatro horas había desnudado por completo al Caja San Fernando. Por suerte para todos, enseguida lo remedió. De la mano de un Carles Marco espléndido en la dirección remontó y se puso arriba. Había final. Después del primer cuarto nadie dudaba ya de eso (18-16). De cualquier forma, a cambio de un gran esfuerzo. Mientras los verdinegros habían tenido que recurrir a su banquillo sin parar para hacer frente a la machacona intensidad del Tau, éste hizo el primer cambio con el periodo prácticamente acabado. El equipo de Aíto García Reneses estaba en la brega, pero le hacía falta algo más que enjugar los tirones vitorianos. Necesitaba controlar el tanteador en alguna fase, darle quebraderos de cabeza a un adversario rebosante de confianza, de autosuficiencia. Le sacó del apuro el croata Nikola Radulovic, que consiguió nueve puntos en el tercer cuarto. Pero la eclosión del Joventut, como no podía ser de otra forma, se gestó en las manos de Rudy Fernández. Guzmán le lanzó un «alley-hoop» que el inmenso talento del alero convirtió en un mate de espaldas. La jugada, aplaudida a rabiar por todo el pabellón, aficionados baskonistas incluidos, daba el empate al conjunto badalonés (52-52). Y no sólo eso, también cayó como un ladrillo sobre la confianza vitoriana. El Tau se atascó y el Joventut sacó una racha de su baloncesto más típico -rebote y contraataque-. Pero claro, el Tau hace tiempo que vive próximo a los triunfos y dispone de un potencial abrumador. Aún así, Nocioni repartía su tiempo entre atacar y tratar de amedrentar al taletonso Rudy Fernández en defensa. Y el equipo vitoriano se puso arriba a manos de Scola a falta de un minuto. Título, pero sin paseo. Tau, campeón, pero ante un gran Joventut.

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