Diario de León

Manuel Martínez protagonizó la mayor decepción olímpica

España probó su evolución descendente al cumplir en Atenas y hundirse en Budapest

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José Antonio Diego - madrid
León

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El atletismo español cortó en los Juegos de Atenas una trayectoria descendente al obtener dos medallas y una cifra récord de diez finalistas, cinco meses antes de regresar con el zurrón vacío de los mundiales en sala de Budapest. La plata de Paquillo Fernández en 20 kms. marcha y el bronce de Joan Lino Martínez en longitud, junto a los diez finalistas, sobresalieron en una actuación muy digna de la selección española en los Juegos de Atenas. Los resultados de la capital griega mejoraron todas las actuaciones anteriores en Juegos Olímpicos con la única excepción de Barcelona'92, donde España, con seis finalistas, consiguió cuatro medallas: dos de oro (Fermín Cacho y Daniel Plaza), una de plata (Antonio Peñalver) y otra de bronce (Javier García Chico). El capitán español, Manuel Martínez, sufrió la mayor decepción de los Juegos. En el solar de la antigua Olimpia, donde empezó el registro de los Juegos en 776 a.C, el leonés obtuvo el cuarto puesto -medalla de chocolate, en palabras suyas- en la final de peso. Dos días después, el 20 de agosto, Paquillo Fernández estrenó el estadio Olímpico con una medalla de plata que le supo a oro en el año en que perdió a su entrenador de siempre, Manuel Alcalde, fallecido unos meses antes. La longitud proporcionó la otra medalla española, pero no fue Yago Lamela, subcampeón mundial en 1999, sino Joan Lino Martínez, un cubano que solo un mes antes había adquirido la nacionalidad española. Un salto de 8,32 al borde del nulo le dio el bronce. Los obstáculos no reportaron, esta vez, metales a España. En los Mundiales de París'03 Eliseo Martín logró un bronce histórico frente a los africanos, pero en Atenas el mejor fue Luis Miguel Martín, el plusmarquista nacional, que llegó quinto a la meta, como en Sydney. Eliseo fue noveno y Penti se desplomó hasta terminar decimocuarto. Quintos fueron también el murciano Juan Manuel Molina en 20 kilómetros marcha y el madrileño Jesús Angel García Bragado en 50 kms. La especialidad de la caminata fue la más rentable para España en estos Juegos. Decepcionó casi todo el grupo de Rafael Blanquer, que había justificado los malos resultados en los Mundiales en sala de Budapest alegando que este año el único objetivo eran los Juegos. David Canal cayó en la primera ronda de 400 y en la segunda de 200; Glory Alozie, subcampeona olímpica en Sydney, no llegó a la final de 100 metros vallas; Niurka Montalvo hizo tres nulos en longitud; y Yago Lamela, aunque pasó a la final, no entró en la mejora. María Vasco, primera atleta española que consiguió una medalla olímpica (bronce en Sydney en 20 km. marcha), regresó a la elite pero esta vez sólo con un séptimo lugar, el mismo que obtuvo -triste consuelo- el barcelonés Reyes Estévez, único español en la final de 1.500. Y más fracasos El atletismo «de bolsillo» no reportó más que fracasos a España. El equipo español, después de dos años de abundancia, retrocedió siete años en Mundiales en pista cubierta y pasó en doce meses del récord de medallas de Birmingham (6) al cero de Budapest. Desde París'97 el equipo español no había regresado de vacío de unos mundiales en sala. La armada española en Budapest no encajó el impacto de la rápida eliminación, el primer día, a primera hora, de Yago Lamela, uno de sus buques insignia. El doble subcampeón mundial de longitud se quedó fuera de la final por un centímetro. Cayó la tropa, pero también los oficiales: Mayte Martínez, Ruth Beitia, Antonio Reina, Natalia Rodríguez, David Canal, Juan Carlos Higuero, Glory Alozie, Marta Domínguez, Manuel Martínez... todos llamados a luchar por las medallas. La temporada 2003/2004 había arrancado de forma prometedora para España con la medalla de plata de Juan Carlos de la Ossa en los Europeos de cross de Edimburgo (que acaba de revalidar un año después en Alemania), unida a la plata por equipos en hombres y el bronce en los júniors. Por equipos, los hombres y las mujeres se cruzaron en el camino. Mientras el conjunto masculino ascendía a la Superliga, el femenino perdía la máxima categoría continental y descendía a Primera División.

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