Una auténtica incógnita
Se forjó como leyenda futbolística pero su trayectoria, primero por brillante y luego por desapercibida, no ha pasado indiferente. La duda de su destierro al banquillo ha quedado en el tintero
Era un desconocido, un joven futbolista más que hacía méritos en el filial del Athletic de Bilbao, y al que se le daba la oportunidad de pisar por primera vez el césped en un encuentro de la máxima categoría futbolística. Apenas se habían consumido seis días de aquel mes de septiembre de 1992, cuando Jupp Heynckes le daba la alternativa contra el Cádiz, nada menos que en San Mamés. Julen Guerrero marcó un gol, ganó su equipo, y comenzó a forjarse la leyenda de un futbolista cuya trayectoria, primero por brillante y luego por desapercibida, no ha pasado indiferente por el imaginario futbolístico de los aficionados españoles. Nacido en Portugalete (1974), sus primeros recuerdos balompédicos se asocian a las tardes en las que jugaba en el equipo de su colegio, el Santa María, de donde fue reclutado por uno de los muchos ojeadores del Athletic. A Lezama llegó Guerrero con 8 años y, ya los entrenadores se frotaban las manos, conscientes de la pequeña joya de pelo rubio que tenían para pulir. Carrera meteórica Su carrera, más que fulgurante, resultó meteórica. Con sólo 16 años, era titular en la selección española sub'19, y con 18 ya lo era de la sub'21. Su primera temporada en Primera División se saldó con 37 encuentros y 10 goles en su haber. Había nacido una nueva estrella que, además, aunaba en la misma personalidad un jugador maravilloso y un hombre de gran atractivo físico, lo que muy pronto le granjeó las simpatías no sólo de los enamorados masculinos del fútbol, sino también del sector femenino. Y cuando aún trataba de asimilar las distintas situaciones a las que se ve enfrentado un joven de apenas 19 años que llega al estrellato de forma inesperada, Javier Clemente le convocó para representar a España en un partido amistoso contra México. Se disputó el 21 de enero de 1993; sólo 19 primaveras, y ya era internacional. Pronto los clubes más grandes, comenzaron a realizar ofertas mareantes que convencieran al habilidoso mediapunta de emprender nuevas aventuras. Sus actuaciones, plenas de regates, goles, buen sentido para el pase y capacidad de liderazgo, no hicieron sino aumentar la cotización de un Guerrero que ya rechazaba proposiciones del Real Madrid, Barcelona o Juventus. Por unas razones u otras, siempre acabó declinando cualquier ofrecimiento, optando siempre por su permanencia en el Athletic. Han sido seis temporadas repletas de rumores, habladurías, cotilleos..., pero ninguno con la credibilidad suficiente para explicar qué le pasó a Guerrero. Algún dato que razonase cómo uno de los jugadores llamados a conformar la columna vertebral de la selección nacional, termina sus días como jugador en activo enterrado en lo más profundo del banquillo.