Diario de León

El Valladolid hace del Toralín un feudo algo menos inexpugnable (2-2)

Sólo a base de mucho tesón y al empuje de la grada logró rescatar un punto la Deportiva Pichi Lucas: «Sin una afición así es imposible levantar dos veces el resultado»

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Ramón Díez - ponferrada
Ponferrada

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La Sociedad Deportiva Ponferradina cedió ayer su primer empate en El Toralín como equipo de Segunda. Lejos de considerarse una tragedia, el punto debe darse por bueno ya que el Valladolid demostró hechuras de equipo capacitado para luchar por cotas ambiciosas. Los contendientes libraron un choque épico, de poder a poder en el que pudo ganar cualquiera. El público agradeció el derroche de todos que derivó en una contienda emocionante hasta el final. Para los locales el partido se torció a las primeras de cambio con el primer tanto que encajan los blanquiazules en El Toralín en su andadura como equipo de Segunda División. Como bien había dicho la pasada semana Mendilíbar alguna vez tenía que ser la primera porque no se puede estar un año entero sin encajar un gol en casa. El Valladolid había forzado un par de saques de esquina consecutivos y tras el rechace de uno de ellos el cuero le llegó al veterano Víctor en banda derecha y desde allí sirvió medido para que llegara desde la parte opuesta Sisi y éste fusilara a Rubio desde cerca ante la pasividad de la zaga local y para deleite de todo el fondo sur que estaba ocupado por los seguidores blanquivioletas. El tanto no sirvió para amilanar a los de Pichi que trataron de avanzar líneas en busca del empate. Por primera vez tocaba remontar en casa y eso se pusieron los locales. Fran y Chupri forzaron llegadas por su banda pero los centros no eran claros y el veterano cancerbero Alberto no pasaba por serios aprietos pese que Risso el amenazara en varias ocasiones. El uruguayo demandó penalti en un par de caidas poco claras dentro del área y minutos más tarde también solicitó la máxima pena el ariete vasco del Valladolid Joseba Llorente tras forcejear con Kevin Debris. El colegiado no atendió las reclamaciones de ambos delanteros. Fue una pena que el lateral Gonzalo Vicente agarrase a Fran por la camiseta cuando el zamorano se iba como una exhalación hacia el área visitante. El defensa vio la cartulina pero abortó lo que podía ser una gran ocasión para la Deportiva. A pesar de la necesidad imperiosa de irse hacia adelante, los locales no ejercieron un dominio abrumador, ni mucho menos. El Valladolid realizaba un gran trabajo de contención en la línea medular con Borja y Álvaro Rubio restando mil balones que evitaban la progresión de los blanquiazules. Éstos basaban su estrategia en los envíos verticales sobre Rubén Vega y Risso que, como es habitual por la dificultad que entraña jugar así, rara vez proporcionaban resultados. Uno de los recursos a tener encuenta cuando fallan otros es la estrategia. Pero ayer tampoco por ahí llegaban soluciones. El argentino Juan Pablo Raponi había lanzado un par de faltas laterales sin encontrar rematador. Trató de sorprender a Alberto directamente pero la pelota se le marchó desviada. No dejó de intentarlo hasta el último instante porque con el tiempo reglamentario ya vencido, él mismo provocó una falta en perpendicular sobre el marco de Alberto. El propio zurdo invitó a sus compañeros a abandonar el lugar donde Raponi colocó el balón con mimo. El Toralín intuía que algo grande estaba a punto de suceder y el público se levantó para corear el gol que esperaba. Juan Pablo se dirigió con calma hacia el cuero y lo golpeó con sutileza buscando la escuadra de Alberto. Y la encontró sin paliativos. Puso el balón justo donde pretendía para alborozo del respetable que estalló al unísono. Fue un tanto similar al segundo que le hizo Asier Salcedo al Universidad de Las Palmas en la pasada fase de ascenso. Fue una pena que el partido se terminara justo ahí en su primera parte ya que los aficionados bercianos que habían estado un tanto a la expectativa durante el primero tiempo ahora querían más. Al menos quedaba restablecida la igualdad y el segundo tiempo tomaba otro cariz. Era uno de esos goles denominados sicológicos que debería tener trascendencia luego. La mejor ocasión El segundo tiempo se inició también con llegadas del cuadro dirigido por Mendilíbar. El pequeño Víctor buscó a Rubio sin suerte pero la mejor ocasión sin duda la tuvo el espigado Joseba Llorente tras zafarse de los centrales blanquiazules para quedar solo ante Rubio. Por suerte, su remate fue suave y dirigido al lugar donde estaba el meta de Leganés por lo que todo quedó en nada. No tardó mucho la Deportiva en enseñar las garras. Empezaban las triangulaciones y en una de ellas se iba Rubén Vega en solitario cuando el asistente levantó el banderín decretando un imaginario fuera de juego que encendió al estadio y al propio técnico Pichi Lucas que debió ser frenado por su delegado y por el cuarto árbitro para evitar que se comiera literalmente al auxiliar de Caballero Herreros. El partido estaba caliente y se sucedían las alternativas para unos y otros. Rubén empezaba a despertar y buscaba la complicidad de Fran y Chupri por la banda diestra. Lo malo del caso es que el asistente seguía haciéndose notar y cargando la adrenalina en la grada y en el propio banquillo local. La temperatura iba subiendo por momentos ya que los locales empezaron a asediar el área de Alberto y en un lanzamiento de esquina perfectamente ejecutado por Raponi el balón llegó al segundo palo donde Kevin Debris estuvo a punto de marcar pero su remate se fue arriba. No está el galo acostumbrado a buscar la portería enemiga. Minutos después fue Fran el que se va por la banda para sacar un centro marca de la casa que dejó el cuero sobre la línea de gol sin que Rubén se acercara para empujarlo y cuando Risso contactó con la pelota ésta se le fue arriba. Pero el Valladolid no estaba muerto, ni mucho menos, y en una acción polémica Víctor se plantó ante Rubio en lo que parecía un claro fuera de juego. Por fortuna, Kevin Debris llegó desde atrás para abortar el peligro cuando se temía lo peor. Se había salvado una situación delicada pero justo después llegó un centro desde la derecha para el recién entrado Mario Suárez que controló dentro del área y fusiló a Rubio con un disparo cruzado. Otra vez despertó la afición blanquivioleta como había sucedido tras el gol de Sisi en la primera parte. El público local quedó silenciado por momentos pero la entrada de Diego Ribera por un apagado Rubén Vega volvió a encender los ánimos. Quedaban veinte minutos y había que tratar, al menos, de salvar un punto. Y fue Chupri quien volvió a despertar a la grada después de cabecear a la red de Alberto un saque de esquina botado otra vez magistralmente por Raponi. Era el goleador inesperado y quizá por ello la zaga que ayer vestía de violeta no le prestó tanta atención. Era posible incluso la remontada porque restaban diez minutos para la conclusión. ¡A por ellos! gritaba El Toralín y sus jugadores lo percibieron aunque ya las fuerzas escaseaban por ambos lados. Nadie pudo mover ya el marcador.

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