Diario de León
Krivoshlykov, en una jugada

Krivoshlykov, en una jugada

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MARRO
León

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UNA ASAMBLEA no se concibe, no se ha de concebir por principio, sin debate. Luego inherente lo uno a lo otro. Referirse a asamblea y a la vez a debate supone, pues, caer en pleonasmo. Sin embargo luchísticamente lo de Asamblea General equivale a cumplir el expediente, salvar el formalismo... ¿Debate asambleario en la lucha leonesa? No, gracias y lejos de mí la funesta manía de debatir. Sin embargo nada hay más asambleario que el debate. Resulta por tanto reiterativo propugnar Asamblea y debate: son consustanciales y en la práctica sinónimos. Pero para debatir asambleariamente primero ha de haber convocatoria y segundo voluntarismo debatidor. Y parece que se prefiere la complacencia -propia y ajena- y mirar para otro lado o esconder la cabeza debajo del ala ante los problemas. Como si no fuese preciso la autocrítica (suplantada por la autocomplacencia) para reconocer errores primero y posibilitar la salida del atasco y el consiguiente desarrollo después. Renovarse y desarrollarse, desprendiéndose de todos los aditamentos horteras y cutres que tanto lastran renovación y desarrollo. Los clubes, sus representantes, a través de los compromisarios o como se estructure y articule reglamentariamente la asamblea, están obligados a ser los animadores y portadores de ese «espíritu asambleario debatidor» ¡Y es tanto lo pendiente de debatir! De entre los muchos posibles puntos del temario y tan sólo sumarialmente: Prevención y cobertura integral de lesiones, Liga de Clubes en serio, cantera y competición de lucha de base en serio, Colegio de Árbitros en serio, aumento de categorías (semiligeros), reivisión tasas federativas (obviamente a la baja), duración de los corros (muy, muy a la baja), presentación y puesta en escena, inclusión de la lucha leonesa en el deporte universitario (¡¡universidad leonesa!!), desplazamientos fuera de las zonas luchísticas (cuidados y con selección), seguimiento canario (in situ y ad hoc) para aprovechar y aplicar lo aprovechable y aplicable, acceso a variantes universales y olímpicas de lucha (grecorromana, libre olímpica, sambo), patrocinio integral/ mecenazgo, fundación L.L., marketing luchístico/imagen/merchandising y etc, etc. etc. Y en relación con variantes y alternativas, buscárselas también al cinto presuntamente lesionador, contrastado generador de conflictos en el agarre y limitador de la vistosidad y espectacularidad. Esto último ya no presunto y sí evidente por lo encorsetador y agotador. Otra Lucha es posible... y manifiestamente mejorable con otro sistema de cinto-agarre. Profundicemos un poco en este punto tan vital para el futuro de la lucha leonesa: para la lucha leonesa del futuro. Buscar que gane el espectáculo.... y que no gane siempre el de más peso o más cintura (versus tripa/barriga en cazurro). E incidiendo en que no se trata de sustituir el cinto sino de buscarle posibles alternativas que no desvirtúen y naturalicen la esencia de la lucha leonesa; que mejore el espectáculo y reduzca las lesiones. Y casi ni siquiera llegamos a proponerlo como punto de partida. Más bien de partida empezar por que se debata, se analice, se estudien posibilidades... ¿Hasta tal cosa asusta? De rechazo se facilitaría el arbitraje, la tan a menudo penosa escenita -numerito- que supone agarrarse: el polémico y conflictivo «agarre». Otra lucha leones es posible, otro tipo de cinto-agarre es posible ¿analizarlo, estudiarlo e incluso experimentarlo en esta época tan propicia de (injustificado) parón invernal? Acaso mejor no complicarse, ¿verdad? Y seguir con la gorra aluchera del aluche de la boina, que es la garantía para no avanzar la lucha leonesa y para ellos -los mismos- seguir en el machito. Si los anteriores con el «más de lo mismo» consideran que cumplieron largamente (¡y tan largamente!) éstos otros de ahora ya saben el camino (en cazurro la rodera). Partiendo -o no- de las variantes del cinto más o menos «históricas» que hemos recogido en varias ocasiones recopiladamente, analícense otras alternativas que aporten vistosidad y que alejen «los fantasmas del cinto lesionador». Sin eliminar ni desnaturalizar la idea básica del cinto identificativo, tan consustancial con la lucha leonesa. No se trata de suprimir sino de buscar sustitutivos válidos, admisibles y mejorables (de lo presente). Debatir. Partiendo siempre de la base de que cinto y lucha leonesa son indisociables. Pero mucho nos tememos que se demore el debatir y ya no digamos el ensayar y el encontrar «alternativa al cinto». De ahí que hasta que se sustituya el actual cinto presuntamente lesionador -de huesos/de músculo/de espectáculo-, que se arriesga por probar a autorizar reglamentariamente el recurso de sotarse? Sin penalización por tanto y como recurso no sólo de defensa sino también de ataque. En plan experimental, vaya.

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