Oficialidad de una marcha

COMO EN otras ocasiones, la brevedad que exige el título, ha dejado una palabra de él. El sencillamente, pero de total trascendencia: Anunciada. Se ha dado carácter oficial, a lo que por más evidente y esperado, aún mantenía la esperanza, ligera, totalmente apuntalada por el deseo y el sentido de la trascendencia que, sin duda, va a tener en el futuro. Manolo Cadenas, entrenador de Ademar hasta final de temporada, tiene premisas suficientes para conformar el silogismo de la trascendencia. Doce años, los mejores de la vida del club y de él como responsable deportivo. De la nada a la cumbre, de estar luchando por la supervivencia a situarse entre la élite, disputando y milagrosamente consiguiendo títulos. De encontrarse prácticamente hecho cenizas a remontar el vuelo como el Ave Fénix. En los logros de Ademar, Manolo ha sido uno de los hombres claves. No puedo ni quiero dejar en el olvido a quienes iniciando con él la increíble singladura la hicieron posible. Del sueño a la realidad. En la ya larga travesía de la nave ademarista, presidente y un puñado de directivos han estado siempre a su lado, tienen su cuota importante en la feliz singladura. Manolo ha sido, y aún es, el timonel en su nada fácil aventura; con él y los directivos, la afición conformando las cuadernas fuertes, poderosas en el apoyo constante y en el remar intenso a favor y en contra de corriente; tal vez más -particularmente en los inicios- en contra que a favor. Manolo se va. Con su marcha queda despejada la tercera de las interrogantes que hice en estas columnas cuando se iniciaron los vaivenes del Compro, Vendo, Cambio, consustanciales con toda temporada deportiva, con la salvedad, muy notable y posiblemente trascendente, de haberse adelantado el mercado a mitad de la temporada, cuando hay mucho en juego y los resultados, que en definitiva mueven el motor de los equipos, pueden pasar a ser jueces olvidando su condición de partes. El ir y venir y marchar lo ha sufrido y soportado Ademar en anteriores temporadas. En todas. Se fueron jugadores considerados como imprescindibles; otros vinieron y Ademar siguió navegando viento en popa. Pero ahora se va, nada más y nada menos, el timonel de la nave en su singladura deportiva... En este momento delicado para el club y para él, sólo queda desear suerte (con la sinceridad hija del afecto) a él y a los directivos. Suerte, toda la suerte del mundo.