Diario de León

La fuerza de Serena

La tenista estadounidense se ha convertido en la séptima jugadora en ganar tres veces el Abierto de Australia. Tiene una biografía en la que no han faltado los juicios y los escarceos con el cine

DENNIS M. SABANGAN

DENNIS M. SABANGAN

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Miguel Luengo - melbourne
León

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La estadounidense Serena Williams ha vivido una vida de película, cuyo último renglón se escribió ayer en Melburne, donde ha sido capaz de convertirse en la séptima jugadora en ganar tres veces el Abierto de Australia. Su madre Oracene no creía en ella. Es más, señaló que la encontraba algo «oxidada», pero en el espíritu de Serena se mantenía una esperanza, quizás encontrada tras permanecer diez días en Senegal y Ghana con su madre y dos de sus hermanas, mientras Venus se recuperaba de su lesión en la muñeca, y darse cuenta de los problemas de esos dos países comparados con su cuenta corriente. En esa visita Serena dio clinics , charló con los escolares y participó en una campaña de vacunación. Allí respiró después de haber vivido una de las etapas más duras de su carrera. En noviembre del pasado año el juicio que se siguió en Palm Beach contra su padre Richard durante dos semanas por incumplimiento de contrato alteró su preparación y la puso al borde de un ataque de nervios. El jurado declaró a Richard culpable de fraude, pero no le castigó y no tuvo que abonar daños y perjuicios por la no realización de una nueva edición de «la batalla de los sexos». La idea había sido propuesta por dos promotores privados, Carol Clarke y Keith Rhodes, propietarios de la empresa CCKR, en 2001, y no llegó a realizarse. Ellos aseguraban que habían perdido millones y que Richard les engañó. Sus hijas Venus y Serena declararon que él no era su representante y por tanto no podía decidir por ellas. Venus nunca tomó parte en la negociación. Así lo determinó el jurado, pero la firma de Serena apareció en un documento relacionado con la exhibición. Ella dijo que era una falsificación, pero el jurado reconoció su participación. Richard no estuvo en la sala cuando se dictó el veredicto. Sí, en cambio, sus hijas, que, al conocerlo, se abrazaron. La exhibición hubiera supuesto unas ganancias cercanas a los 45 millones de dólares para los Williams. Con mucha presión Pocos atletas habrían aguantado tanta presión y luego iniciar un regreso como el que ha logrado en Melburne Park, donde entró como la 81 del mundo y salió la 14, tras destruir a la que el lunes será reina de nuevo en el circuito femenino, Maria Sharapova. Pero Serena ha encontrado otras cosas fuera del tenis que han forjado su carácter y también su economía. Tiene una marca propia de diseño, Aneres, su nombre al revés, y ha tenido escarceos con el mundo del cine y la televisión. Así, en febrero de 2001, las dos hermanas pusieron sus voces a un capítulo de la famosa serie televisiva «Los Simpson», y ahora Serena está involucrada en la producción de una película sobre Althea Gibson, la primera campeona negra (ganó Wimbledon y US Open en 1957 y 58, y en Roland Garros en 1956) en la historia del tenis. «La historia de Althea fue formidable y creo que ha sido menospreciada. En el US Open tenemos la pista Arthur Ashe, y la Louis Amstrong, y después han dado a las instalaciones el nombre de Bille Jean King, que me encanta, pero creo que Althea hizo mucho por la gente como yo por este deporte y se lo merece». Sus contratos siempre fueron escalofriantes, y así en 2001, la firma «AquaClara», empresa norteamericana encargada de comercializar agua mineral que contiene 800 por ciento más de oxígeno que el agua común, reveló una cifra de 21 millones de dólares para Venus y Serena, sus apoyos. Cifras para aplacar su adicción a la telecompra, pues Serena admitió en su momento que no es capaz de resistir a la tentación de las ofertas que le llegan por televisión en los hoteles donde se encuentra. Vestidos y envío de flores a sus amigos son su predilección.

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