Diario de León

Del ayer al hoy a través de sus protagonistas

25 años a miche corrido

El Club El Soto celebra hoy sus bodas de plata con la presentación de una revista que recuerda la historia del colectivo desde sus orígenes

Instalaciones de la bolera del Club El Soto de Boñor

Instalaciones de la bolera del Club El Soto de Boñor

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C. Villa - león
León

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Aquellos que trataban al miche de tú y le miraban a los ojos, porque al cincón no le veían más que la barbilla, observan 25 años después el castro originario del Club de Bolos El Soto de Boñar y se reconocen en aquel primer barro sacado de La Mata de la Riva con el que comenzó un camino que cumple ahora «aproximadamente un tercio de la vida de una persona», como se encarga de recordar el actual presidente del colectivo, Felipe Villa, que tira de un proyecto que nació de un partir interruptus llamado Soreculdene y que, al margen del tradicional juego leonés de la media bola, ha albergado deportes como el fútbol sala, fútbol, baloncesto o tenis a lo largo de su recorrido. A la sombra de las choperas que alumbró para el ocio Félix Población en los setenta se congregarán hoy, como desde hace un cuarto de siglo, los socios, colaboradores y simpatizantes del club que, en coincidencia con el añejo concurso de San Roque, celebrarán sus bodas de plata con la presentación de una revista -coordinada por uno de sus primeros presidentes, Pedro Caballero, y diseñada por Jesús Manuel Villa- en la que se resumen los esfuerzos altruistas acumulados por un grupo de gente del pueblo que se empeñó en «crear deportistas y también personas cultas, nobles y honradas». según Felipe Villa. La publicación rinde tributo, paso a paso, como explica Caballero, a las diferentes estaciones cursadas: «el primer castro, junto a la cancha de baloncesto, cuyo material transportó en su furgoneta el difunto Vicente de Lera; la segunda bolera, para los pequeños, en un claro entre los chopos ya talados; y, por fin, la bolera sur, la de la fuente, hecha con tierra del desmonte de la curva de Palazuelo y barro especial de La Loma». Un conjunto que durante años tuvo como todo resguardo una casetuca metálica de color verde, donde se almacenaban los bolos, bolas y aperos para tratar el piso; hasta que, con los materiales que tuvo a bien aportar el Ayuntamiento, el apoyo popular y los socios levantaron con sus propias manos «una casona de 40 metros cuadrados, a doble vertiente, construida hacia una luz», en la mucho tuvieron que enseñar «esos jóvenes jubilados: Casto Lario «Castines», Desiderio Rodríguez «Desi» -fallecidos- o Antonio Lario». Este último se mantiene como autoridad sin rango, por mero asentimiento del resto. En sus consejos se han forjado todos los chavales del pueblo que han pisado un castro de bolos, desde principios de los ochenta. Detrás de su «palmea un poco más la bola» y su estilo elegante están amparados los ocho campeones de España infantiles del club: Alberto Villa; Javier García «El Chobo»; Juan Carlos Villa Sáez; Desiderio Villa Sáez; Marco Antonio Villa Sáez; José Domingo Villa Sáez; César González y Alejandro Gutiérrez. En esta escuela o faltaron Arsenio, Ciriaco, Miguel el de los Pinos, el Curín, Pachín, Ferino, Pedrín, Gerencio, Alberto el de los Nicanores, Paco Garay, Castines, Ladis, Antonión el de la Mata o Desi.

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