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El Madrid da un golpe de autoridad a la Liga León se paralizó durante el «partido del siglo»

Un gol de Baptista consolida a los blancos y aumenta la ventaja sobre el Barça a 7 puntos

Iniesta, el mejor jugador del Barça, trata de evitar la salida de Casillas

Iniesta, el mejor jugador del Barça, trata de evitar la salida de Casillas

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Sergi Olego - barcelona
León

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El Real Madrid le dio un contundente golpe a la Liga derrotando al Barça en el Camp Nou gracias a un tanto de Baptista que le consolida al frente de la tabla con siete puntos de ventaja sobre su máximo rival. El conjunto madridista supo imponer sus mejores armas ante un cuadro azulgrana que demostró una alarmante falta de ideas y de recursos. Tantas habladurías para nada. Rijkaard y Schuster siguieron fieles a sus libretos. El Barça, con Ronaldinho y Deco, apostaba por el toque. El Madrid, sin Guti, creía en el juego directo. Durante veinticinco minutos empataron a nada. Los azulgrana restaban bloqueados ante el entramado blanco agrupado en escasos veinte metros. Los madridistas también sufrían al no recoger ningunos de los balones aéreos que Casillas acostumbraba a colgar a su línea atacante. Un simple cambio de posición de Iniesta desatascó el duelo. El manchego, infravalorado en la banda derecha, apareció en el centro para dinamizar a los locales. El Barça se sentía cómodo. Eto'o se colocaba ante un veloz Casillas y Ronaldinho regateaba con desparpajo a Sergio Ramos. Los azulgrana merodearon la ventaja justo cuando el brasileño recogía el pase de la muerte de Iniesta para mandar un buen remate resuelto con la solvencia de siempre por el meta blanco. Del casi local se pasaría, en menos de un minuto, a la algarabía visitante. Un saque de Casillas le bastó al Madrid para superar a Valdés. Cuatro toques. Raúl, Baptista, Van Nistelrooy y de nuevo Baptista. Una jugada genial al estilo futbolístico del conjunto de Schuster. El análisis era meridiano. El Madrid le había dado un rendimiento perfecto a su estilo. El Barça se quedó a medio camino y su falta de puntería le acabaría pasando factura. Lejos de momentos puntuales, el duelo acaecía en el terreno de Schuster. El ritmo era lento. Cansino. Los blancos perdían tiempo en cada acción para apaciguar cualquier calentón local. El técnico alemán sabía lo que quería. Y sus jugadores también. Les tocaba a los azulgrana quebrar la voluntad de su rival. La ventaja visitante acrecentó la diferencia de apuestas. El Barça iba a rayar el suicidio ante un Madrid que retrocedió las líneas diez metros para disponer de todo el campo defensivo azulgrana para aprovechar el contraataque. Tras dos remates inofensivos locales, el duelo se teñía de color blanco. Su mejor y mayor despliegue físico le ofrecía tres ocasiones de entidad para cerrar el partido. Entre ellas, un exagerado piscinazo de Robinho que se tiró justo antes de que Márquez cometiese penalti. El Barça estaba roto. Resquebrajado. Y el pobre Messi en Argentina. Como le echaban de menos en el Camp Nou. Viéndose tan descubiertos, los azulgrana se juntaron para evitar que el Madrid se los merendase. El cuadro de Schuster parecía no querer ahondar en la flojera local. Había tenido varias ocasiones para sentenciar pero unas porque Diarra se metía en medio y otras porque mostraban una inesperada falta de espíritu asesino alargaba la esperanza local, que no llegó a producirse.

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