Diario de León

Juegos Olímpicos | Pekín 2008

España sufre ante la muralla china

La selección española necesitó tirar de casta y del mejor Gasol para ganar en la prórroga a los anfitriones, una China inesperada que tuvo contra las cuerdas a los campeones del mundo

Pau Gasol intenta zafarse de Yao Ming, la estrella del baloncesto chino

Pau Gasol intenta zafarse de Yao Ming, la estrella del baloncesto chino

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Amador GómezSantiago Aparicio - pekínpekín
León

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Es paña tiene que aprender la lección. China dio un baño de humildad a la selección 'roja', que menospreció a la anfitriona y estuvo contra las cuerdas buena parte del partido, al extremo de que en el último cuarto tuvo que recurrir a la casta, a una agresividad defensiva que hasta entonces no había tenido y al mejor Gasol para salvar los muebles. ¡Qué partidazo el del ala-pívot de los Lakers! Gasol se puso los galones de estrella cuando sus compañeros le buscaron, que fue cuando olvidaron su prepotencia de campeones del mundo, y junto a Ricky Rubio y Rudy Fernández impidió una derrota de consecuencias quizás muy graves. Creyeron los españoles poder ganar los chinos sin despeinarse, y estuvieron a punto de pagarlo caro. Con esa actitud, el camino hacia la final olímpica será espinoso. Mejor que el toque de atención haya llegado tan pronto y que el peor partido que se le recuerda a España desde la humillación del Eurobasket de Serbia -aparte de la final del Europeo del pasado año- se haya dado en la primera fase de la competición. La selección reforzó en este su segundo encuentro las dudas que tenía Aíto en vísperas del debut ante Grecia sobre la humildad del equipo. No respetó a los chinos, que rindieron a un nivel excelente -su estrella Yao Ming fue el peor-, y precisó de una reacción espectacular para forzar la prórroga. Perjudicada también por las continuas rotaciones del seleccionador, fue una España débil, un equipo que ya no juega de memoria, como hacía antes, que no disfruta ni hace disfrutar con un baloncesto que antaño enamoraba. Sin intensidad defensiva, con un ataque precipitado y con varios jugadores en baja forma, caso de Garbajosa y Navarro, España tuvo que apretar los dientes atrás cuando se enteró de que China le estaba haciendo un roto de cuidado. Por mucho que los chinos las metan casi todas, que su velocidad sea endiablada y que se crezcan a base de triples y de los gritos de su afición, España no puede llegar a perder por 15 puntos frente a este equipo, porque corre el riesgo de recibir un golpe morrocotudo. Se exige después un esfuerzo casi descomunal con el que no se contaba. Apareció el mejor Pau Gasol Suerte que España tiene a un jugador como Gasol. La estrella empezó el partido como todos, con aire displicente, pero lo cerró de forma grandiosa. Cuando hay atasco, hay que meter balones al jugador catalán, que para eso es la gran figura del equipo. Con esa táctica, balones dentro a Pau y con una defensa que desquició a Yao Ming, se puede reducir una desventaja de 14 puntos en el tercer cuarto para endosar un parcial de 3-15 en el arranque del último tiempo y poner ya la directa, si no hacia el triunfo sí hacia un tiempo extra con viento a favor. No debió llegar España a una situación tan angustiosa, por mucho que los chinos, liderados por su base -Liu, el mismo que salió enloquecido e imparable frente a Estados Unidos-, moviesen el balón a toda mecha, las enchufasen desde lejos y superasen a los pívots españoles en la zona. Pero los dos Gasol comenzaron muy intermitentes, Reyes jugó poco y Reyes y a Garbajosa le falta ritmo, así que el equipo se quedó sin fuerza en la pintura. La campeona del mundo se encontró pronto en el límite por su mala cabeza. «Hay muchos partidos que están ganados antes de empezar; cómo éste ya lo teníamos ganado...», apuntó con ironía Aíto en la zona mixta. Exceso de confianza El seleccionador reconoció que «se trasladó a todo el mundo la idea de que a China había que ganarle», pero en el momento en que los jugadores comprobaron que la víctima llevaba camino de convertirse en verdugo llegaron el agarrotamiento y la precipitación. España, acostumbrada a correr, tampoco pudo hacerlo casi hasta la prórroga, y las pérdidas de balón fueron una constante en el segundo cuarto mientras China tomaba aire a base de triples y de cómodos lanzamientos de dos. Se había permitido tanto a los chinos, que no quedó otro remedio que echar mano de la fuerza, de la fiabilidad de Gasol -13 de 16 tiros de dos, ocho rebotes y tres tapones, además de cargar de personales a Yao Ming- y confiar en un chaval debutante, que se comportó como un veterano y con tanto descaro que no sólo se atrevió a robarle balones al gigante chino, sino a jugarse una posible canasta de la victoria en su misma cara. No le salió y hubo que ir a por cinco minutos más. «Mejor así y haber ganado en la prórroga por 10 puntos que no haber ganado con mi canasta», aseguró Ricky Rubio tras el partido. Aíto le dio la responsabilidad de dirigir el equipo en el decisivo último cuarto y en la prórroga, y acertó. Pero en el descuento le entregó los galones con Calderón en pista. Veremos. 1 El duelo de los gigantes Con el duelo estelar entre Ming y Pau Gasol como telón de fondo, el partido de baloncesto de ayer entre España y China tenía de antemano un interés especial. Fue, junto al partido de Nadal, una de las tres atracciones de la jornada. La tercera, la actuación de otra gran estrella: Phelps. 2 ¿Quién admira a Nadal? Los primeros en admirar a Rafael Nadal no son los aficionados que le animan desde las gradas y al acabar los partidos le piden autógrafos y fotografías. Ni siquiera las firmas comerciales de todo el mundo. Son los propios deportistas, que no paran de hacerse fotos con él. A seis días de coronarse como número uno del mundo, Rafael Nadal ejecutó una demostración de fuerza ante el australiano Lleyton Hewitt, del que sólo dejó intacta su leyenda, y se quedó como único representante español en los cuadros individuales del torneo olímpico, tras la caída de Nuria Llagostera y María José Martínez en el femenino. Nunca Nadal había ganado a Hewitt en pista dura, pero el tenista español firmó un recital (6-1 y 6-2), justo ahora que se asoma a la cima. Poco queda de aquél Hewitt número uno del mundo. Del prodigio que acaparó elogios en el Abierto de Estados Unidos del 2001 y Wimbledon un año después. Nada permanece de su prometedora carrera. Ni siquiera el empuje que irritó a más de un contendiente. Ayer, Nadal despejó todas las dudas. Y eso que Pekín es pura humedad. Sudor. Nadal no dejaba de pedir la toalla. Pero el español dejó claro que es el número uno y por qué «Pero el favorito en Pekín es Federer (que terminó ayer con el sueño de Rafael Arévalo (6-2,6-4). Esta pista es su preferida», rebajó el mallorquín, cada vez más adaptado a China. A España sólo queda Nadal. El jueves vuelve a jugar. En el túnel previo a la chancha le aguarda Igor Andreev, su próximo rival. Viendo ayer a Nadal, ¿qué pensará?

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