Diario de León
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MARRO
León

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PENDIENTES de la modificación actualizadora de un reglamento precisado de la misma inaplazablemente. Como es obvio, vía Asamblea General, a ser posible a través de propuesta-marco preparada por una comisión de trabajo al efecto. En orden a ganar en operatividad y sentido práctico, Para alejar temores, al tiempo que entramos en materia. Con lo sencillo que habría de resultar solucionar reglamentariamente el magnificado problema del «apriete del cinto» y que de rechazo aliviaría también la penosa escenita del agarre. Simplemente que el juez-árbitro se los coloque a «vientre hinchado»; hinchado a voluntad de cada cual. Sin más. Con el efecto beneficioso añadido de que así el cinto, al volver el vientre a la normalidad tras «el deshinchamiento», quedaría mucho menos apretado que en la actualidad: más movilidad, menos opresión¿Todo lo cual favorece al espectáculo y limita agotamientos y riesgo de lesiones. Y encima ya no resulta tan decisiva la ventaja del agarre, el «asobeamiento». La puerilidad de salir con el cinto puesto, para después tardar siglos con los «ojales de cinchamiento» del contrario y ya no digamos en el agarre¿ Deslicémonos partiendo de lo anterior. Alternativas al cinto. Como mucho nos tememos que éstas no se van a abordar por el momento(?), que al menos se hagan estudios, análisis, pruebas¿para mejorar lo presente. Sobre el cinto actual y sus consecuentes «agarres y sueltas». Pero para ser estudiado sin partir de posicionamientos establecidos a priori, que los apriorismos en la lucha llevan siempre a lo mismo: mantenella y no enmendalla. O sea, a no profundizar en el estudio y dejarlo todo como está. Si es que asustase el cambio brusco en cuanto a alternativas rompedoras y demás, al menos ir evolucionando partiendo de de lo que nos estamos sirviendo actualmente. Verbigracia, simple ensanchamiento y suavizamiento: cinto más ancho y más suave (más flexible). Consecuentemente, y en primer lugar, se lograría atenuar los efectos «depredadores» -para el organismo del luchador y para el espectáculo de la lucha- del actual cinto opresor y presuntamente lesionador. Recuerden, no se trata de suprimir sino de buscar sustitutivos válidos, admisibles y mejorables sobre lo actual. En otras palabras, y aún a riesgo de reiterativos, alternativas al cinto . Alternativas, no exclusión de esa especie de emblema de la lucha leonesa que representa un cinto a la cintura de cada contendiente. Pero un cinto no quiere decir un «verdugo de la lucha leonesa», en atinado apunte del exluchador y catedrático Angel Alonso Álvarez. En suma, y de momento, de un material más flexible y consecuentemente menos dañino en todos los órdenes. Cuando además hay precedentes. Recuérdese los testimonios que recogíamos en nuestras «variantes históricas al cinto» de hace algún tiempo. Reiteramos, efecto añadido inmediato de reducir el ventajismo competitivo que para los contendientes representa «el agarre»; que a su vez conllevaría que el conflictivo y polémico numerito de agarrarse, dejase de ser tan antipático de cara al espectador. Un cinto de estas características -más ancho y más suave, insistimos- no se prestaría tanto al «asobeamiento» (en cazurro «asobear el carro con el sobeo»). Lo de la incorporación de la categoría semiligeros se comenta sólo. Los luchadores en torno a los 60 kilos dejarían de ser las grandes víctimas de ligeros para convertirse en la categoría de la espectacularidad, la filigrana, la fantasía¿ Lucha de seda; la antítesis, vaya, de los superpesadísimos pesados. Al tiempo que, con el consiguiente corrimiento del resto de los pesos, se racionalizarían mucho más los límites de éstos. Los 5 pesos sería el mínimo-minimorum y aún por debajo de cualquier otra modalidad de lucha. El reglamento espera, como en lo anterior y en lo siguiente. Elegimos para cerrar un último reto reglamentario de entre los muchos pendientes, empate con caidas: no a que decida la primera, que lo que propicia es la lucha defensiva, mientras que queda más abierto si la que decide es la última. Empate sin caídas: como es sabido fallo a los puntos vía acometividad, iniciativa¿, pero si esto resulta igualado (bastante habitual en pesados con la manifiesta pasividad de ambos), clasificar al de menos peso. En demérito del de más peso que no sacó partido de su superioridad en la báscula. En halterofilia en caso de empate pasa el haltera de menos peso. Y a propósito de pasividad, siempre a señalar a los dos contendientes y nunca a uno sólo. Elemental, si hubo pasividad de uno es que el otro atacó, luego no hubo combate pasivo.

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