Diario de León

Las cuentas públicas españolas no lucen sin la aportación del ladrillo

La burbuja inmobiliaria infló el superávit del 2007, el más elevado de la democracia

El BIS considera que una tercera parte del superávit del 2007 lo aportó el ladrillo.

El BIS considera que una tercera parte del superávit del 2007 lo aportó el ladrillo.

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m. j. alegre | madrid
León

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España hace ahora denodados esfuerzos por rebajar su déficit, mientras expertos y políticos evocan con nostalgia aquel año 2007, el último de bonanza, en que las cuentas públicas se saldaron con un excedente superior a los 23.000 millones de euros, equivalente a más de 2 puntos de Producto Interior Bruto, el más elevado de la democracia. Aquellos tiempos no volverán. El Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BIS, por sus siglas en inglés) calcula que al menos una tercera parte de aquel superávit lo aportó el ladrillo. Y aconseja a los responsables económicos españoles dejar a un lado a los sectores en declive para no producir «un efecto de expulsión o desplazamiento de otros más dinámicos».

Su vaticinio es que los tiempos dorados no volverán. Al menos, no lo harán a medio plazo, porque la crisis ha tenido un coste enorme y dejado un lastre difícil de aliviar. Para recuperarse de las pérdidas se necesita una larga etapa de crecimiento elevado, lo que considera «poco probable». En primer lugar, por las altas tasas de desempleo alcanzadas. Además, considera que gran parte del capital acumulado en tiempos de vacas gordas (tanto físico como humano), principalmente en los sectores financiero y de la construcción «es menos útil de lo que originariamente se pensó».

Desequilibrios. Prácticamente tres años después de que la quiebra de Lehman Brothers provocara en estas y otras economías avanzadas la contracción más severa desde la Gran Depresión, los desequilibrios persisten, y son la causa de que la recuperación esté siendo tan tibia. España todavía se mueve en tasas de crecimiento interanual que podrían estar en el 2011 en torno al 1%, y no hay que olvidar que se comparan con el periodo más agudo de la crisis. Costará mucho volver a los niveles previos, y el BIS describe un panorama en el que la corrección alcanza un amplio impacto, que va desde el consumo a las finanzas públicas.

En el punto de partida se dieron elevados precios de los inmuebles, tanto en España como en Irlanda o el Reino Unido. Los bancos estaban detrás, porque los fuertes incrementos en la concesión de créditos a empresas y familias tuvieron un doble efecto perverso, al disparar a la vez el importe de las viviendas y la ya abultada deuda del sector privado. En el mercado laboral español -”cita el informe del BIS-” la construcción llegó a dar empleo en el 2007 al 13% de la población activa, tres puntos porcentuales más que en la década anterior.

Y aunque España no es un centro financiero internacional como lo era Irlanda, sus balances bancarios nacionales experimentaron una rápida escalada. Los activos bancarios pasaron de representar el equivalente al 2,6% del PIB en 2003 a más del 4% de esta magnitud justo en el momento en que estalló la burbuja inmobiliaria. Los autores del informe denuncian que, como el sector bancario asigna los recursos que impulsan el crecimiento general, la expansión de la construcción y el descomunal avance financiero dañaron a otros sectores al sustraerles los factores necesarios (empleo cualificado, fondos para invertir) para su desarrollo.

Muchos de los préstamos concedidos en momentos de auge se apoyaban en la hipótesis de que los precios de la vivienda seguirían subiendo. Para hacer frente a su rápida caída, los hogares de Irlanda, España, el Reino Unido y Estados Unidos han empezado a reducir el peso de la deuda sobre sus ingresos.

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