Cañete pide a las grandes superficies que ajusten los precios

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Miguel Arias Cañete, pidió ayer a las grandes cadenas de distribución que apliquen márgenes comerciales «razonables» para controlar la subida de los precios de los alimentos frescos y ajusten dicho porcentaje a las fluctuaciones de los precios en origen para amortiguar el encarecimiento para los consumidores. «De lo que se trata es de que haya márgenes comerciales razonables y de que cuando hay una oferta importante en origen que lleva a que desciendan los precios también bajen para los consumidores, y que no se consoliden permanentemente las subidas», dijo Arias Cañete. El titular de Agricultura indicó que su departamento y el del Economía estudian si la aplicación de márgenes de beneficios fijos sobre el precio en origen es una práctica generalizada en toda la distribución comercial. «En determinadas superficies se aplican unos porcentajes fijos sobre el precio en origen y eso es lo que estamos analizando, pero no se puede generalizar», afirmó. Nadie impone precios Se mostró así partidario de disminuir el margen cuando el precio en origen se encarece para mantener los productos a precios similares para los consumidores, al igual que hacen algunas grandes superficies en Reino Unido, pero insistió en que el Gobierno no puede intervenir en la fijación de precios a los eslabones de la distribución, libres de establecer los porcentajes. «Nadie puede imponer precios a nadie», apuntó. El ministro de Agricultura insistió en la «sensibilidad especial de los poderes públicos» para hacer el seguimiento de la evolución de precios de los alimentos como necesidad básica de los ciudadanos, «que se han habituado a pagar precios elevados en frutas y hortalizas» y aclaró que la función del Gobierno consiste en dotar de transparencia a los procesos de formación de precios, como el doble etiquetado. Un proceso difícil de medir en las grandes superficies que controlan un 11 por ciento de los productos. Asimismo, destacó los precios «más razonables» de estos productos en los mercadillos, ya que no hay practicamente intermediarios.