Diario de León

11-S

EEUU sigue en guardia frente a Al Qaeda y atento a nuevas amenazas internas

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EFE

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En el décimo aniversario de los ataques del 11-S, que provocaron un endurecimiento extremo de las medidas de seguridad en EEUU, las autoridades siguen en guardia ante Al Qaeda y sus afiliados, sin descuidar nuevas amenazas dentro del propio país. Los ataques perpetrados con aviones de pasajeros que organizó la organización terrorista aquel 11 de septiembre en Nueva York, Washington y Pensilvania, obligaron a las autoridades a redefinir la seguridad interior al comprobar que la amenaza terrorista en suelo estadounidense era una realidad. Desde 1814, año en que las tropas británicas incendiaron Washington, Estados Unidos no había sufrido un ataque en su territorio continental; el precedente de agresión más cercano -el inesperado ataque japonés contra Pearl Harbour en diciembre de 1941- se había desarrollado en mitad del Pacífico.

"Lo interesante mirando hacia atrás es que no estábamos preocupados; desafortunadamente el mundo cambió ese día", dijo a Efe Al Martínez, exsecretario adjunto de la oficina del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) para el sector privado, un despacho que hace de nexo entre ese departamento y dicho sector en materia de seguridad. Desde entonces detectores de metales, normas más estrictas de entrada y salida, como la autorización de viaje para turistas que vayan de vacaciones al país, conocida como ESTA, y más controles, han marcado la tónica de los viajes a EEUU. La política de inmigración en general sufrió un endurecimiento.

"No es que no nos preocupara, habíamos tenido algunos casos de terrorismo como los ataques al World Trade Center en 1993 y los atentados de Oklahoma City, pero en general el público estaba más confiado en que no sufríamos ningún tipo de amenaza". Martínez señaló que uno de los problemas que afrontó el país tras los ataques es que no había un enemigo identificable como en la Guerra Fría. "Ya no es un Estado, es un concepto, una ideología, un grupo, un grupo relativamente pequeño pero muy ágil", por lo que, a su juicio, se hacía imprescindible compartir información.

Precisamente ése fue uno de los fallos que encontró la Comisión nacional bipartidista que investigó los atentados: las agencias federales no pudieron ver en su conjunto las pequeñas pistas que los terroristas habían ido dejando.

Para el comisionado de operaciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), Thomas Winkowski, "el 11 de septiembre cambió nuestras vidas personalmente y en las fronteras. Lo que queremos es asegurarnos de que tenemos a la gente adecuada, con los mejores sistemas y la mejor tecnología para hacer frente a la amenaza". En un encuentro con la prensa días antes del aniversario aseguró que Estados Unidos siempre estuvo con la vista puesta en el terrorismo "pero realmente no hasta el grado en el que estamos hoy". El CBP es uno de los más complejos componentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y se ha encargado en esta década de fortalecer la seguridad en los aeropuertos con programas para identificar pasajeros sospechosos en el país de origen, así como con acuerdos bilaterales para poder inspeccionar la carga transportada en barco o en avión.

Los pasajeros se han visto sometidos a incómodas y cada vez más sofisticadas medidas de seguridad como los escáneres corporales, que han sido denunciados por algunas organizaciones por violar la privacidad. Mientras tanto, la amenaza de Al Qaeda está latente y aunque, según ha reiterado la responsable del DHS, Janet Napolitano, no hay indicios fundados de que se esté preparando un atentado con motivo del décimo aniversario, las autoridades se mantienen en guardia. Una alerta específica está en vigor en lo que concierne a los vuelos de los aviones pequeños. "El terrorismo en general, y Al Qaeda y sus afiliados en particular, continúan siendo la mayor amenaza para nuestra seguridad nacional y constantemente desarrollan nuevas tácticas y técnicas para burlar nuestras medidas de seguridad", dijo recientemente el director del FBI, Robert Mueller, en una audiencia en el Congreso.

La Oficina Federal de Investigaciones, el FBI, ha sido una de las agencias que ha tenido mayores transformaciones y se ha orientado a la detección de amenazas y a recopilar "inteligencia", para proteger al país de un terrorismo siempre cambiante. Mueller señaló que, mientras la amenaza que supone Al Qaeda "sigue siendo clara", otras organizaciones como Al Qaeda en la Península Arábiga y el movimiento Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), han surgido como enemigas de EEUU y sus ciudadanos en el extranjero. Pero junto con los grupos terroristas internacionales, otros grupos domésticos e individuos violentos en EEUU, con distintas motivaciones, se han convertido en un nuevo peligro. Los últimos complots desmantelados han tenido este patrón, como el coche con explosivos que no llegó a estallar en la céntrica plaza de Times Square (Nueva York) en mayo de 2010, un intento atribuido a Faisal Shahzad, un pakistaní de 30 años nacionalizado estadounidense que admitió que planeaba cometer otros atentados en la ciudad.

Las autoridades aseguran que se han tomado las medidas necesarias para interceptar un ataque tan complejo como el cometido en el 11-S. Pero ante las otras amenazas internas, más difíciles de detectar, han recurrido a la colaboración ciudadana para que se denuncie cualquier actividad sospechosa. "Las amenazas que ahora enfrentamos demandan fortalecer nuestras capacidades (...) y también demandan la continua vigilancia de los ciudadanos", ha dicho Napolitano, ya que EEUU sigue haciendo frente a un difuso enemigo que puede golpear en cualquier momento.

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