Diario de León

EL DRAMA MIGRATORIO

Lápidas anónimas en Lesbos

Decenas de cuerpos de refugiados sin identificar son sepultados en un olivar de la isla griega

Tumba de un niño de 12 años ahogado, sin identificar, en una explanada en la isla de Lesbos.

Tumba de un niño de 12 años ahogado, sin identificar, en una explanada en la isla de Lesbos.

Publicado por
JAVIER TRIANA
León

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El apellido más común entre los muertos del camposanto improvisado de Lesbos es “Desconocido”. Hombre desconocido, niño desconocido, mujer desconocida. Tenían 35, 7, 20 años. Llevan asignados números en sus lápidas. Son cifras. De ellos se conoce poco más que esos datos y el día en el que sus cuerpos fueron hallados ahogados en las playas de la isla griega de Lesbos, o flotando en el mar, sin vida.

Cuando, en octubre del pasado año, un naufragio nocturno acabó con la vida de varias decenas de refugiados que intentaban cruzar desde Turquía hacia Grecia, el apartado designado para enterrar cadáveres de migrantes del cementerio de San Pantaleón, en Lesbos, se quedó sin espacio para acoger tanta muerte. Entonces las autoridades de la zona decidieron destinar una parcela de terreno en un olivar para sepultar los cuerpos que se empezaban ya a amontonar en la morgue.

“No puedo parar la guerra, no puedo hacer que crucen [a Europa] de manera legal. Lo mínimo que puedo hacer es enterrarlos”, indica a la agencia de noticias Reuters Mustafa Dawa, el encargado improvisado de estos enterramientos. Dawa, egipcio de 30 años y en Grecia desde la veintena, se encarga de lavar los cuerpos, amortajarlos y depositarlos bajo tierra con la cabeza orientada hacia la Meca. “Una vez realicé 57 funerales en una semana. En un día, hice 11”, recuerda el inmigrante.

 

MASTICAR LAS EMOCIONES

Hay ocasiones, como cuando tuvo que enterrar a una bebé descabezada, en los que Dawa no puede seguir ese ritmo. Tuvo que parar a masticar las emociones. Esa lápida también reza “Desconocido” y la edad que se la calculó a la pequeña: un año. De las 64 lápidas de que consta ahora mismo el lugar, 37 son de gente sin nombre.

Algunos naufragios terminan con familias enteras ahogadas, por lo que la identificación resulta imposible. Para tratar de paliar este problema, el forense griego Theodoros Nousias hafotografiado y tomado muestras de ADN de más de 200 víctimas que perdieron la vida en las aguas del mar Egeo, conformando un archivo que quizá pueda ser útil si algún pariente decide interesarse por sus suertes.

Alekos Karagiorgis, responsable desde el pasado verano del transporte de cadáveres desde las playas de la isla hasta la morgue, recuerda cuerpos descompuestos por el oleaje y los golpes contra las rocas. “No importa que sea tu trabajo: te rompe el corazón”, explica.

 

LAS CIFRAS

“Espero que los localicen a través del ADN, y así sus almas podrán descansar en paz. El padre o la madre que busque a esta persona –augura Karagiorgis– hallará la paz y dirá: '¿Sabes? Eligieron hacer esto y se ahogaron así'”.

Como ellos, al menos 320 personas han muerto en naufragios en el Egeo o permanecen desaparecidas en sus aguas desde que comenzó el 2016, según las últimas cifras de la Organización Internacional para la Migración. Las islas helenas de Lesbos o Kos son visibles desde la costa turca y están separadas por apenas una decena de kilómetros, pero cientos de personas han perecido en la arriesgada travesía en barcazas sobrecargadas y con inexistentes medidas de seguridad. La mayoría de los refugiados que emprenden este peligroso viaje proceden de Siria, Irak y Afganistán, países arrasados por la guerra, la violencia y el terrorismo.

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